martes, 31 de marzo de 2009

(la promesa de la política italiana)

La nueva promesa italiana, de centroizquierda. Ojalá que se acerque el día con políticos guatemaltecos así. Sinceros, claros, decentes.
el artículo
elpais.com/articulo/internacional/Nace/estrella/izquierda/italiana/elpepiint/20090325elpepiint_6/Tes
y el vídeo
youdem.tv/VideoDetails.aspx?id_video=7d41e695-4803-41ea-8127-f595e2bf1899

(la violencia no se combate con violencia)

Estudio sobre el milagro de Bogotá y Medellín y cómo bajaron la violencia en los años 90 en medio de lo peor de las guerras de Colombia.

http://www.crisisstates.com/Publications/wp/WP44.2.htm

lunes, 30 de marzo de 2009

76. Fuerza para el PDH tras bombazos

Bombazos

El secuestro de Gladys Monterroso, madre de las hijas del procurador Sergio Morales y secretaria de Encuentro por Guatemala, tras el informe sobre el Archivo sobre desapariciones de la Policía Nacional; la psicosis provocada por expertos en asustar a la ciudadanía el día que se empezaría a aprobar la ley de armas –que busca poner un alto a los que lucran con la muerte-; la liberación de militares corruptos como el hijo de Ríos Montt. Tres bombas en tres días negros que son el colofón de treinta años negros de Guatemala.

Nuestros padres y tíos siempre hablaban de cómo en Ciudad de Guatemala se podía salir por la noche, ir en camioneta sin tener miedo, vivir con los atardeceres de volcanes y jacarandas en flor. Quisiera poder tener algún recuerdo de eso, pero nací unos años después de que todo empezara a joderse.

Terremoto de 1976, migraciones a la capital, marginación, desigualdad; ningún derecho para trabajadores en la ciudad o el campo, demanda de democracia y el inicio de los años negros. En 1978, con la masacre de Panzós y el asesinato de estudiante Oliverio Castañeda, empezó un ciclo de 7 años infaustos en el que el Estado reprimió a sus ciudadanos, con la excusa de que eran comunistas. Sí, habían muchos en armas por la imposibilidad de conseguir cambios por la vía democrática y había una guerra interna, pero muchos con los que se ensañó el Estado eran guatemaltecos pacíficos que sólo querían lo que muchos queremos ahora: un país más decente, democrático, más justo, que se logra por la vía política, de los votos; o sólo vivir en paz.

Desde ese 1978 empezaron a masacrar, torturar y asesinar. 200 mil guatemaltecos, en especial campesinos indígenas, fueron asesinados por la mínima posibilidad de simpatizar por la guerrilla o por cuestionar la injusticia y el racismo; ser indígena en este país no daba para ese lujo y el exterminio era la respuesta. Y desaparecieron a 50 mil guatemaltecos; en especial estudiantes, políticos, sindicalistas, periodistas, profesores… Construyeron desde ese año esta cultura de muerte que 30 años después se transformó en adolescentes que matan a su profesor en una cárcel, sicarios, narcos, esa cultura que tenemos que enterrar con lucidez y fuerza.

No es que les hayamos ganado del todo después de 30 años. Pero logramos democracia, logramos los Acuerdos de Paz gracias a militares y civiles valientes, logramos la recuperación de la Memoria Histórica, algunos poquísimos juicios a los responsables (podemos seguir con Ríos Montt), se empieza a dar resarcimiento a viudas, el Gobierno prometió buscar los archivos de las masacres, y podemos evidenciar gracias a la PDH la asquerosa planificación torturadores y encargados de desaparecer a soñadores como Fernando García.

Ya quisieran los norcoreanos, los sudaneses o los iraníes poder decir en el año 2039 que se libraron de los regímenes autoritarios que tienen hoy y sus herencias, como –mal que bien- estamos haciendo nosotros. En Guatemala los militares que nos gobernaron ya no tienen el poder político. Ya no tienen la conciencia tranquila. Tienen que estar huyendo de nuestro frágil sistema de justicia. Tienen que poner tres bombas en tres días porque saben que podemos enfrentar sus espacios en la sombra.

Las lágrimas de rabia de Sergio Morales, las de frustración de las esposas de los pilotos asesinados el martes pasado, esas lágrimas las sentimos todos. No podemos tirar la toalla cuando podemos empezar a ver la orilla. El que no se sienta capaz (ojo funcionarios), que renuncie y pase la estafeta. Y fuerza Procurador, fiscales, jueces, policías. Muchos ciudadanos agradecemos que personas como ustedes hayan nacido en Guatemala.

Wachik’aj 76.

PS. ¿Y si para honrar a los valientes le ponemos Aeropuerto Internacional Manuel Colom Argueta?


martinpellecer@gmail.com

lunes, 23 de marzo de 2009

75. Orgullo en el pleno (Ley de Armas y Municiones)

Wachik’aj 75.

Para conseguir los votos en el pleno hoy para aprobar la ley de armas no se requiere de un milagro o varitas mágicas, hace falta orgullo.

Orgullo en el pleno

El mayor error de nuestra fiscalización como ciudadanos al Congreso es echar a todos los diputados en el mismo saco y dar por descontado que no se puede esperar nada bueno de ellos. Disiento. Y más con la Ley de Armas y Municiones que debería aprobarse esta semana. Han logrado leyes como la Cicig, la del feminicidio…

La ecuación es muy simple. Somos 13 millones de guatemaltecos, unos 6 millones de adultos. Hay 500 mil armas en el país. Muchas, muchas balas. Hay 17 asesinatos diarios. Las armas no dan seguridad; y con el descontrol de las armas que hay en el país y la permisividad, sólo aumentan la violencia. Es de cínicos –la asociación de armeros- decir que el problema no son las armas sino cómo se usan. Seguramente deberían usarse como palas o rastrillos, ¿cierto? Las armas y las balas sólo sirven para matar.

Y aunque muchas armas no sean legales ni estén registradas, las balas que compran sí lo están y pueden comprar las que les dé la gana. La reducción a un tope de 400 balas es ridícula. ¿Quién necesita comprar 400 balas por día o por mes o por año? Seguramente las necesitan los narcos, mafiosos y sicarios.

Por qué vamos a dejar que sea el DECAM (Departamento de Control de Armas y Municiones, en el Ejército) el que siga siendo el ente rector, si durante años no les pone ninguna traba –ni alerta a las demás autoridades- y deja que, por ejemplo, un joven de 20 años tenga cuatro armas, incluida una de asalto. Debe pasar ese control a Departamento en el Ministerio de Gobernación.

Está comprobado que las ciudades latinoamericanas que restringen el uso de armas y balas reducen los índices de violencia. Bogotá, Sao Paulo, Medellín… evidencias no faltan.

Ése es el escenario. Y nosotros, guatemaltecos de varias generaciones, hemos decidido que para solucionar ese tipo de problemas nacionales haya un foro, y que en ese foro nos representen 158 ciudadanos electos democráticamente y que ese foro se llame Congreso. Y que para tomar una decisión, 80 ciudadanos de esos 158 tienen que estar de acuerdo y decidir, y si es de urgencia nacional, 105.

Hemos decidido también, después de 24 años de ejercicio político, que los representantes se agrupen en bancadas, que representan partidos políticos, y que los líderes encaminen a sus diputados y les convenzan. Esos líderes parlamentarios y los diputados son los que tendrán que rendir cuentas esta noche ante la ciudadanía –y también ante el espejo- sobre el resultado de la votación en el pleno.

Por un lado están las mafias que presionan y sobornan. Por otro lado está la ciudadanía –incluidas las familias de los diputados- que no soporta más violencia. Señores representantes (porque no se les olvide, son nuestros representantes), hay 6 mil muertos al año. No estamos hablando de hectáreas, de toneladas, estamos hablando de personas con vidas, con sueños, con futuros, con familias. Lograr los votos en el pleno requiere de liderazgo político, no de varitas mágicas y discursos eternos. Requiere de agallas, requiere de carisma, requiere de orgullo. La pelota está en su cancha.

martinpellecer@gmail.com

lunes, 16 de marzo de 2009

74. Bravo El Salvador con Funes

El mito de ARENA cayó en El Salvador. Funes abre una ventana de oportunidad que nos hace bien.

Oportunidad

En Guatemala siempre hemos tenido en una posición especial a El Salvador. Creemos que son trabajadores, con agallas para el fútbol, emprendedores, con capacidad de sorprenderse, “más cabales”. Y ellos nos quieren. Debería ser como la relación Bogotá-Medellín o Quito-Guayaquil si fuéramos lo que deberíamos, un solo país.

Avanzaron a más velocidad que nosotros en algunos campos en los últimos 20 años, pero tampoco son el paraíso que nos vende la derecha neoliberal guatemalteca, así como el triunfo de Mauricio Funes no abre sino una ventana de oportunidad grande.

Empecemos por desmitificar a ARENA y sus 20 años de gobierno. La infraestructura está mejor, la policía es menos corrupta y es más fácil abrir ahí una empresa. Es un país más violento que Guatemala –lo cual es muy difícil-, en el que hay 12 asesinatos diarios en una población de 6 millones. Uno de cada tres salvadoreños viven en EEUU (1 de cada 10 guatemaltecos).

Un país en el que hay tantos asesinatos y no hay una paz social no puede ser un modelo exitoso. La violencia implica frustración, desesperación. El Salvador está literalmente privatizado y el que lo puede pagar bien, y el que no lo logra aunque trabaje lo más que pueda, lo intenta por medio de la violencia o se va.

ARENA se rasgaba las vestiduras de ser centroamericanista, pero pude cubrir cómo antes de firmar algo, siempre tenían que preguntar a la oligarquía salvadoreña. Y ellos fueron los que se resistieron a las peticiones de gobiernos y empresarios guatemaltecos de sellar una unión económica.

Qué decir de que fueron a Irak o del escándalo que armaron por lo del Parlacen contra Guatemala y el silencio cuando salió a luz que salvadoreños participaron en todo. ¿Que no han sido corruptos? Babosadas. Lo que no han sido es fiscalizados, porque los periódicos se les han plegado.

El ánimo de esta columna es que nos quitemos esa “alarma” tan puritana de estar atentos “por si los comunistas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ganan este domingo 15 de marzo”.

El presidente electo es Mauricio Funes, un periodista crítico que fue corresponsal de CNN. Es de izquierda moderado y admira más a Obama que a Chávez. Su primer discurso tras la victoria menciona a Washington y no a Caracas. No nos dejemos engañar por esa campaña de la derecha salvadoreña.

Que el partido FMLN es más de izquierdas que Funes, cierto. Que simpatiza por Chávez, cierto. Eso no quiere decir que Funes sea chavista. Y eso no nos quita ni nos pone en Guatemala. Que los ex presidentes hayan sido de derecha radical más bien nos perjudicó. Era un gobierno que empujó hasta el extremo la ideología neocon que adoran los neoliberales guatemaltecos marroquinianos con un saldo de un país violentísimo en el que los beneficios de las reformas estructurales llegan desproporcionadamente más a los empresarios que a los ciudadanos de a pie.

Si se pierden empleos por ideologías –o porque Funes empiece una reforma contra la evasión fiscal- no será por culpa de él sino de empresarios salvadoreños a los que no les importa el país sino que frase el adversario. Esa idea de que habrá más migración salvadoreña por medio de Guatemala es… una sandez. Si llega a haber más consecuencia migración de la irresponsable política económica de ARENA, ¿qué? Que pasen o se queden y trabajen en Guatemala y nos hagan crecer. Debemos ser un poco más consecuentes con lo que pedimos a México y EEUU sobre nuestros connacionales.

Así que salvadoreños, enhorabuena por no votar con miedo por una opción inepta y guatemaltecos, aceptemos el veredicto de las urnas y unámonos más con El Salvador.

viernes, 13 de marzo de 2009

La mitificación de los gobiernos de ARENA en El Salvador

La mitificación de El Salvador de ARENA

Por Martín Rodríguez P.

Desde Ciudad de Guatemala siempre se ha tenido en una posición especial a El Salvador. Son trabajadores, con agallas para el fútbol, emprendedores, con capacidad de sorprenderse, “más cabales”. Cuando hemos traducido esto a la política –en especial desde la derecha proempresarial guatemalteca- El Salvador y su “continuidad” de gobiernos de ARENA en los últimos 20 años, lo coloca a años luz por delante nuestro.

Como buen gobierno de derecha, la infraestructura está muy bien y se pueden apreciar carreteras en mucho mejor estado que las nuestras; gerencialmente han sido mejores que nosotros y es más fácil y rápido abrir una empresa allá; construyeron una policía nacional civil menos corrupta que la nuestra –lo cual no es difícil-, pero paremos de contar.

Hay otra parte de El Salvador, El Salvador de a pie, que no es tan lindo como se pinta, o que no nos cuentan. En primer lugar, si hay dos países más violentos que Guatemala en el mundo –y eso sí es difícil-, son El Salvador y Honduras. Sí, a pesar de las campañas de “no den de comer a los ladrones” y más blablás. Sí, en El Salvador matan más personas que en Guatemala.

Un país en el que hay tantos asesinatos y no hay una paz social no puede ser un modelo exitoso. La violencia implica frustración, desesperación. El Salvador está literalmente privatizado y el que lo puede pagar bien, y el que no lo logra aunque trabaje lo más que pueda, lo intenta por medio de la violencia o se va.

Uno de cada tres salvadoreños viven en Estados Unidos. Sí, uno de cada tres, a diferencia de uno de cada diez guatemaltecos. Y durante los últimos 20 años, la migración ha continuado. La elección de los pies, que es cómo los ciudadanos rechazan a un gobierno migrando, no se ha detenido.

El Salvador de ARENA se rasga las vestiduras sobre integración centroamericana. Son “los centroamericanistas” de Centroamérica. Ajá. Como reportero de Prensa Libre tuve la oportunidad de cubrir unas siete Cumbres de Presidentes centroamericanos y una iberoamericana. Ahí pude ver cómo el presidente Saca –el peor de los presidentes areneros, un perifoneador de deportes con tanta idea de política e historia como muchos de nosotros de física cuántica- pude ver como el presidente Saca respondía antes de firmar cualquier cosa a sus homólogos centroamericanos, “espérenme, tengo que consultar” y llamaba a la oligarquía salvadoreña para preguntar. Sí, la oligarquía salvadoreña es mucho más moderna que una buena parte de la nuestra pero no a la hora del libre comercio que tanto predica para la integración centroamericana.

Guatemala, por medio de Gobierno y de empresarios, ha pujado para acelerar la integración económica y ha sido El Salvador, no Costa Rica, el que la ha bombardeado en el CA-4. Claro, no queda bien después de la foto señalar a “nuestro hermano el bien portado”. Acá la diplomacia todavía no es de la directa, del “smart power”.

A ARENA tampoco le importa destruir a Centroamérica, o mejor escrito, dejar muy mal parada a Centroamérica, con tal de quedar bien parado.

Por eso cuando se iba a elegir al Secretario General de la Organización de Estados Americanos y Guatemala tenía a un candidato con muchas posibilidades, apoyos en Suramérica y un currículo como pocos (Gert Rosenthal), El Salvador se obstinó con poner a su ex presidente Francisco Flores. Suramérica se rió de Centroamérica y al final compitieron el ex canciller mexicano y el chileno.

¿Qué me dicen del caso del asesinato de los diputados salvadoreños? A Saca poco le faltó para demandarnos en las cortes de Estados Unidos y fue a hablar pestes nuestras a Washington. Y todos cerraron la boca cuando policías de su país, diputados de su país y narcos de su país se vieron implicados. No le importa destruir al resto de Centroamérica con tal de quedar bien.

El gobierno de ARENA envió y mantiene soldados salvadoreños en Irak. En Irak. ¿Qué tenía que hacer un gobierno centroamericano apoyando la invasión más ilegal, ilegítima y dañina por hacerle caso a un presidente nefasto?

El gobierno de ARENA, con la dolarización de la economía y la venta de todos los bancos a capital estadounidense, se ha quedado sin margen de maniobra económicamente. Guatemala, en cambio, aprobó una de las leyes más vanguardistas de América Latina sobre libre negociación de divisas y los ciudadanos escogimos usar el quetzal todos los días y el dólar o el euro para transacciones más grandes.

Que los gobiernos de ARENA no son corruptos… tiene muchos bemoles. En todo caso, los gobiernos de ARENA no han sido ha sido fiscalizados. Los periódicos salvadoreños están totalmente plegados a ARENA. En Guatemala fiscalizamos al PAN, al FRG, al Pacur de la Gana, a la UNE. Esa es la diferencia. Si los periódicos salvadoreños dejaran a sus periodistas investigar… otro gallo cantaría.

Esta columna no es para hacer una comparación entre Guatemala y El Salvador, entre si les ha ido mejor a ellos que a nosotros. Seguramente no podría haber habido un gobierno peor que el eferregismo. El ánimo de esta columna es que nos quitemos esa “alarma” tan puritana de estar atentos “por si los comunistas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ganan este domingo 15 de marzo”.

Ni el FMLN está encabezado por un candidato presidencial comunista, Mauricio Funes es un periodista moderado, ni El Salvador de ARENA era la panacea. Era un gobierno que empujó hasta el extremo la ideología neocon que adoran los neoliberales guatemaltecos marroquinianos con un saldo de un país violentísimo en el que los beneficios de las reformas estructurales llegan desproporcionadamente más a los empresarios que a los ciudadanos de a pie.

Así que no hay de qué preocuparse. Ni el gobierno de ARENA nos representaba beneficios a los guatemaltecos de a pie –los empresarios seguirán comprando, los salvadoreños seguirán consumiendo y ojalá el nuevo gobierno sea un poco más consecuente con los discursos de integración- ni un posible gobierno del FMLN va a significar perjuicios. Esa idea de que habrá más migración salvadoreña por medio de Guatemala es… una sandez. Si llega a haber más consecuencia migración de la irresponsable política económica de ARENA, ¿qué? Que pasen o se queden y trabajen en Guatemala y nos hagan crecer. Debemos ser un poco más consecuentes con lo que pedimos a México y EEUU sobre nuestros connacionales.

Así que salvadoreños, acudan sin miedo a las urnas. Y guatemaltecos, esperemos, sin prejuicios, a ver qué dicen los salvadoreños con su voto.

martes, 10 de marzo de 2009

73. Pensar en grande

Wachik’aj 73.

Necesitamos golpes de timón para cambiar el ánimo nacional y aspirar a crecer mucho económicamente.

Pensar grande

Parecemos de esos equipos de fútbol que su estrategia es defender cerca del área propia pateando la bola lo más lejos posible para evitar que nos goleen, aunque eso signifique que el equipo contrario siempre va a recibir la pelota, va a poder hilar jugadas y meternos muchos goles y tenernos sufriendo todo el partido.

Son muy pocas las veces que nos animamos a agarrar la pelota, pasarla, avanzar, intentar meter goles, a querer ganar el partido. Primero, tenemos que aceptar algo: en el equipo tenemos que caber todos. Indígenas, mestizos, blancos, conservadores, progresistas. Por eso el equipo se llama Guatemala. Meterle zancadillas a nuestros compañeros de equipo por racismos o cerrazón de cabeza no ayuda.

Segundo, ¿qué goles queremos meter? Algunas ideas. Asegurar que Guatemala sea un socio clave de la Alianza Energética de las Américas de EEUU y Brasil con energías renovables. El canciller brasileño Amorim dijo la semana pasada que le interesa fomentar específicamente con Centroamérica la producción de biocombustiles. Si Gobierno y los 13 ingenios azucareros hacen una estrategia juntos, asegurando derechos laborales y estándares altos de medio ambiente, y la Cancillería hace su trabajo, pueden crear muchos empleos.

Los megaproyectos de la administración anterior terminaron a medio camino porque intentaron pasarlos en el Congreso a golpe de sobornos. El canal seco (desde Jutiapa a Izabal, por ejemplo, con carreteras, trenes y puertos) y la transversal del Norte (con inversiones conjuntas entre Estado y sector privado, y los más altos índices de transparencia desde Internet), significarán un salto cuantitativo de competitividad y de creación de empleo y reactivación económica.

No son sólo gubernamentales y empresariales los goles. Hay un proyecto abandonado, de crear el Instituto de Ciencia y Tecnología de Guatemala, que sería del nivel de los centros de investigación más avanzados del mundo y que ayudaron tanto a India y China. La Universidad del Valle y la San Carlos pueden ser pioneros y tantos guatemaltecos líderes con contactos pueden ayudar a conseguir los US$200 millones que hacen falta. ¿Se imaginan la cantidad de empleos en infraestructura y de calidad que podría haber?

Para destrabar tensión política, el presidente Colom bien podría convencer a la Primera Dama (o viceversa) de abrir los datos de los nombres de los beneficiarios del programa de transferencias condicionadas, que puede ser el programa más exitoso de la democracia guatemalteca si lo administramos con transparencia, de una manera institucional y lo hacemos un orgullo nacional, no gubernamental.

Para disminuir la violencia, el Congreso podría restringir las armas y el Gobierno, la municipalidad y las fábricas grandes hacer una inversión fortísima en los barrios marginales para sacar a tantos jóvenes del círculo de la muerte. Y no se logra regalando bolsas solidarias. Inversiones en parques, en cooperativas, en apertura de mercados, en vivienda, bibliotecas. Quitarle los barrios a los narcos y al crimen organizado. Recuperarlos.

Si queremos de verdad ganar el partido no podemos aspirar a sacar pelotas del área y quedarnos en nuestra portería. Así vamos a seguir recibiendo goles (que son de vida o muerte, de quedarse o migrar). Además que no tenemos otra opción. Ya estamos en el campo con los tacos puestos. Y se nos olvida que nos pusimos a jugar para pasarla bien.
martinpellecer@gmail.com

lunes, 2 de marzo de 2009

72. Guatemala, Estado fallido

No llegaremos a ser un Estado fallido, pero tenemos que lograr ser uno sólido y decente; la Cicig nos ayudará.

¿Estado fallido?

“Guatemala está a punto de ser un Estado fallido”. Suena como a “Guatemala está a punto de irse al infierno y morirse ahí”. Creo que sólo nos bloquea la cabeza y nos impide trabajar para mejorar la grave situación de nuestro Estado, de nuestros ciudadanos.

Primero, el infierno no existe. Es un estado mental. Segundo, Estado fallido es un concepto que inventaron quienes creían que era telelógico y fácil el paso de un Estado autoritario a uno democrático con justicia.

Es muy fácil describirnos así si alguien viene de Estados europeos a los que les costó 200 años ser exitosos y lleva dos meses en este país. Sí, podemos parecer un “Estado fallido”. Eso si la vida fuera monolíticamente blanca y negra y no de colores y si hasta hace 24 años sí hubiéramos tenido un Estado exitoso. Entre 1954 y 1984 vivimos bajo dictaduras que dejaron a dos tercios de los ciudadanos bajo la pobreza, que asesinaron a 200 mil ciudadanos y desaparecieron a 50 mil ciudadanos. ¿Eso era un Estado? ¿Exitoso? Para muchos diplomáticos y conservadores guatemaltecos seguramente era.

Ciertamente un Estado con unos 56 por ciento de pobres y donde mueren de forma violenta en un año más de 5 mil ciudadanos tampoco es exitoso. Pero no es fracasado. Fracaso es igual a muerte imaginaria. Y estamos vivos. Hay policías que depuran policías y rescatan secuestrados, hay buenos políticos, burócratas y profesores que intentan construir silenciosamente más Estado y ciudadanos, bomberos que reciben fondos públicos para salvar ciudadanos, ciudadanos que pagan a tiempo sus impuestos y no tiran la basura en la calle. Periodistas valientes que fiscalizan y critican. Testigos que no se amedrentan. Líderes que denuncian y proponen.

Hace 28 años nadie hubiera imaginado tendríamos democracia a prueba de desencantos, intimidaciones y eferregismo. Que podríamos ejercitar la libre expresión en la capital. Que en un parlamento podrían sentarse ex guerrilleros y ex militares, finqueros democráticos y mujeres indígenas con su traje y un súper currículo, y debatir.

Siempre podemos animarnos a pisar fuerte. A ir contra la corriente de la impunidad y prolongar la presencia de la Cicig otros dos años porque la necesitamos y es una mano gratis y valiente que nos dan de fuera. A ir contra la corriente de asnos (que creen que con pistolas habrá paz) y prohibir la portación de armas en las calles (dejarla sólo en las casas o los agentes de seguridad, por ejemplo). A ir contra la corriente del narcotráfico y construir ciudadanos que encuentren ilegítimo e indigno enriquecerse de un día a otro a costa de matar gente.

La Cicig puede ser una de las pocas luces al final del túnel. El simple hecho de que ya puedan trabajar con una parte de la policía y que encaren a jueces, fiscales y políticos mafiosos es un motivo de esperanza.

Y podemos imaginarnos no como un Estado fallido, fracasado, sino como uno frágil que tenemos que convertir en sólido con ciudadanía y justicia, por nosotros y nuestros hijos. Uno débil pero “resilente” (que es esa característica de algunas plantas o de muchos niños de salir fortalecido de las adversidades). O bien podemos seguir con ese discurso tan científico, apagar las luces e irnos para siempre los que podamos. Yo trabajaré por la primera opción.
martinpellecer@gmail.com