martes, 27 de mayo de 2008

32. Reforma electoral (presidenciables al Congreso)

UNA DE LAS REFORMAS que sí puede cambiar al Estado de Guatemala es a la Ley Electoral; los diputados tienen una oportunidad histórica para revitalizar la democracia y ayudar a reconstruir y salvar al Estado.

Una primera idea es liberar a los partidos de financistas narcotraficantes, funcionarios corruptos y empresarios “sin rostro” que los usan para lavar dinero o para esclavizar a los políticos. Si aumentamos el financiamiento estatal, ordenamos el privado y penalizamos los aportes anónimos, empezaremos a devolver a la ciudadanía la propiedad de sus vehículos más importantes hacia el Estado, los partidos. Las reformas de 2004 y 2006 se quedaron a medias porque dijeron qué era lo ilegal pero ni el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ni los fiscales tenían armas legales para enjuiciar a quienes lo incumplieran. Los estados financieros fueron un chiste; y ¿de qué nos sirven leyes-chiste? ¿Para ser el traidito? Vaya adolescencia.

Otra es la institucionalidad y la democratización partidaria. A mí como guatemalteco me da vergüenza tener partidos que duran 7 años, propiedad de un caudillo y sin aportes ideológicos. ¿Por qué no obligamos a que se democraticen los partidos y los comités para que cada dos años los afiliados puedan legitimarlos o despedirlos? ¿Por qué no democratizamos las bancadas con votos secretos de los diputados, fiscalizados por el TSE o la opinión pública, y que así el que abandone la bancada no tenga excusa y se le penalice con prohibirle crear la propia en dos años?

Una determinante es continuar con el mandato que ha dado la ciudadanía de convertir al Congreso en el centro democrático del país (preferimos debate y búsqueda de consensos a aplanadoras). En otros países, el líder de la oposición tiene que demostrar de qué está hecho pasando por el Congreso como diputado. La ciudadanía podría ver qué tanto talante de líder tiene, cómo discute y negocia democráticamente con opositores, cómo resiste a las presiones de los poderes de facto. Hubiera preferido ver a Pérez Molina o a Giammattei debatiendo ahora en el Congreso cuatro años que a “sus diputados” llamándolos por celular para ver cómo votan. Por ejemplo, que el presidenciable (y vicepresidenciable) que consiga más del 12 por ciento de los votos tenga una curul en el Congreso. Seis diputados más, que deberían ser líderes nacionales, no deberían ser una carga excesiva en un futuro Congreso de unos 100 o 120 diputados. Además, así aprenderían al llegar al Ejecutivo que no tienen que tratar al Congreso como finca.

La disminución del número de diputados es clave para recuperar simpatía y credibilidad dentro de la ciudadanía. Sería una señal para los migrantes el voto en el exterior para diputados del Listado Nacional y presidente. Y si queremos más y mejor democracia, la elección democrática de gobernadores puede ser un golazo.

Para que el Congreso y los partidos puedan ser el centro democrático del país deberían reflejarlo mejor. Sería interesante si cada diputado en el pleno viera hacia sus costados y se preguntara si considera al resto de sus colegas lo mejor o lo más representativo entre los guatemaltecos. Guatemala no tiene nueve por ciento de mujeres y nueve por ciento de indígenas. ¿Por qué no obligamos a los partidos a ser democráticos y a que la mitad de sus candidaturas pares sean de minorías? Me explico, para que no los releguen a los puestos ocho para adelante, que al menos las candidaturas pares sean para un indígena o para una mujer. Discriminación positiva, para balancear algo que los partidos no han hecho. Somos el Congreso latinoamericano con menos porcentaje de mujeres y minorías étnicas; no podemos quedarnos de brazos cruzados. Y la idea de listas abiertas de diputados no está mal. Tampoco lo estaría una idea para evitar la venta de fichas de partidos.

En fin, debemos ser creativos, sensatos, responsables, tomar en cuenta que en 2008 podemos diseñar el Congreso que tendremos en diez años. Y eso no es poca cosa.
martinpellecer@gmail.com

martes, 20 de mayo de 2008

31. Nuevo delito: trabajar

¿QUÉ PASARÍA SI un empresario estadounidense arriesga su vida para venir a Guatemala, invierte unos US$ 4 mil dólares en el viaje, contribuye con impuestos al fisco, deja a su familia para mandarle unos US$4 mil al año y de pronto llega la policía a su lugar de trabajo, lo saca a patadas, lo engrilleta y lo manda sedado en un vuelo de vuelta a su país porque no tiene “permiso de trabajo”?

Ah, Standard & Poor’s nos calificaría de país riesgoso, el NYTimes mandaría un corresponsal y las relaciones diplomáticas desde Washington se mandarían al congelador. Y eso por uno, no digamos 290. Ahí sí nos convertimos en país paria destino probable para traer a los marines y derrocar al gobierno y provocar otra guerra civil.

Es de verdad espeluznante cómo han evolucionado los imaginarios sobre la ética en los países “civilizados”. 290 guatemaltecos fueron sacados de su lugar de trabajo en Iowa como si fueran delincuentes, con la policía calificándolo de éxito histórico, por no tener un papel que legalizara la hipocresía del empresario estadounidense que pide mano de obra barata “indocumentada” para “ser competitivo en el mundo”.

Ah, pero los guatemaltecos somos sus socios comerciales, políticos, aliados en la lucha antidrogas, en la lucha antichavista, anticomunista durante décadas, compradores de sus productos, sus iglesias y su entertainment… pero eso de compartir fuerza de trabajo, el mismo suelo… ah, no, eso sí le da asco y miedo a los conservadores y a los gobernantes racistas gringos.

Sí, claro, tienen que proteger a sus trabajadores, cumplir la ley, proteger su seguridad, sus fronteras. ¡Pamplinas! Si no quieren dentro de sus fronteras a guatemaltecos trabajadores –ni latinoamericanos ni nadie que no sea blanco, pistudo o brillante– ¿por qué no se dedican a competir lealmente en el comercio, sin prácticas proteccionistas para quebrar a nuestros empresarios pequeños o a dejarnos de pedir que abramos nuestras fronteras para vendernos más aunque nos arruinemos? ¿Por qué no dejar de especular con nuestros productos de la canasta básica para quebrarnos? ¿Por qué no persiguen a sus cocainómanos que financian el narcotráfico latinoamericano que arruina nuestras instituciones y nuestras democracias y nuestras sociedades? ¿O por qué al menos los gringos éticos –que son quizás la mitad- no sacan del poder a esa banda de conservadores que se ha paseado tanto en el mundo y recuperan su pasado más civilizado?

No son exclusivos en ser “civilizados”. Hay que ver a los italianos persiguiendo gitanos o la policía española contra los africanos y copiando los comportamientos aeroportuarios gringos contra los latinos o la mitad de europeos que piden expulsar inmediatamente a los “indocumentados” causantes de todos los males de su mundo. Vaya ejemplo de relaciones civilizadas interétnicas, que cuando bajan al tercer mundo se convierten ¡en 20 inmigrantes “ilegales” quemados vivos en Sudáfrica!

¿Y qué hacemos? Sería lindo escuchar las historias de los 290 guatemaltecos, de por qué decidieron dejar nuestro país para fajarse afuera como lo hacían acá pero ganando algo de dinero para que sus familias tuvieran un poco de dignidad. Si este país y esta economía funcionaran más y fuera más justo y ético y menos racista, casi millón y medio no migrarían afuera y otros millones hacia la capital.

Obvio que no podemos dejar de vender y comprar a los gringos. Pero podríamos por lo menos dejarlos de ver y tratar como nuestro ejemplo, nuestro amigo del Norte. Podrán ser socios comerciales, académicos, humanitarios, de pueblos que tienen personas valiosísimas, pero dejemos de comernos su doble moral hasta que no vuelvan a ser un poco más civilizados.

PS. Desde acá quiero enviarle mis respetos, admiración y solidaridad a Jorge Mérida y todos los colegas periodistas del interior que de verdad se arriesgan por nuestra democracia. Como ciudadano, gracias.

martinpellecer@gmail.com

lunes, 12 de mayo de 2008

Salir de "la crisis"

CREO QUE UNA DE LAS palabras más inmovilizadoras en el mundo es “crisis”. Más si en vez de colocarnos “frente a una crisis”, nos colocamos dentro de la crisis (“estamos en crisis”) como si la crisis nos envolviera y no nos dejara actuar. Así pareciéramos estar por el tema energético y de los precios.

Imaginemos al país como un barco. La primera reacción de los “expertos” es culpar al que está detrás del timón de la proa central por no haber previsto que iba a haber una tormenta. Sí, podría haber previsto con ver los nubarrones desde el año electoral y ahora, con la lluvia encima, intenta maniobrar con el escasísimo personal capacitado que reclutó y que se anima a ayudarlo (ej. Juan Alberto Fuentes/Haroldo Rodas) o que a veces le tiende una mano en el Congreso (el PP o el FRG, aunque no simpatice con ellos) o con algunos empresarios valientes que se compromenten a no especular con los precios y mantenerlos.

El desempeño de este timón no termina de ser “regular” (lo cual significa insuficiente y mediocre tomando en cuenta nuestras carencias y nuestra “crisis”. El anuncio de 10 medidas prioritarias no está mal, aunque algunas no sean nuevas. ¡Y no podemos ser tan cínicos para decir “no va a funcionar” porque no las comparto ideológicamente! Además, creo que una falta grave de visión es que los guatemaltecos consideremos que nuestro barco sólo tiene un timón.

Si nuestro Estado fuera como los europeos que recaudan el equivalente a la mitad de la economía en impuestos, o fueran como el brasileiro que recauda un tercio o fueran como cualquier gobierno normal latinoamericano que recauda el 25 por ciento, sí tendría más responsabilidad en el desempeño de la nave. Pero nuestro gobierno recauda el equivalente al 11 por ciento y tiene un timón algo destartalado; y eso es por culpa de todos los ciudadanos guatemaltecos hace 50 años. En fin, su incidencia en la economía no es significativa; pero tampoco es impotente.

Hay otro timón (hay varios) más grande y que está directamente relacionado con el motor del barco, que es el de los empresarios. Quiero retomar un debate en el que han participado Gustavo Porras en conferencias y Dina Fernández en su columna. Ella cita a Álvaro Vargas Llosa, quien pone a Guatemala “como ejemplo de un mercantilismo voraz donde la Ley se tuerce para acumular privilegios, atropellar los derechos del vecino e impedir la libre competencia”. Sí, esos son nuestros empresarios. Ella cita también al empresario nicaragüense Carlos Pellas: “No existen empresarios exitosos en sociedades fracasadas”.

En esta “nuestra crisis”, ¿por qué empresarios no se hacen socios de empresas de paneles solares para vender energía más barata? o ¿por qué no aprovechan las ventajas de no tener que pagar –quienes se aprovechan de la ley de maquila- impuestos por el combustible?. ¿O por qué no producen más para poder vender más a menor precio? ¿Y por qué la academia no propone soluciones? Desde nacionalizar la inversión de Perenco ahora que se acabe su conseción o invertir entre Gobierno, empresarios y cooperantes US$200 millones para crear en Guatemala un instituto de ciencia y tecnología al nivel de los de Europa, Estados Unidos, India y China.

Cada “crisis” es una oportunidad para tomar decisiones; más aún cuando EEUU y Europa tienen que invertir en Asia y América Latina por “sus crisis”. La cumbre en Perú con la Unión Europea es una de esas oportunidades.

martinpellecer@gmail.com

martes, 6 de mayo de 2008

Más debate petrolero

http://www.prensalibre.com/pl/2008/mayo/06/235549.html

La crisis del petróleo del 2008 —como la del 2004, a inicios de un período gubernamental— nos ha hecho ahora por lo menos movernos en la imaginación de soluciones, ejercitar a tropezones algo que como sociedad nos cuesta todavía: dialogar, cuestionar, debatir, argumentar.

Esto es sano y no podemos quedarnos con debates en el aire, pero tampoco hacer aterrizajes forzosos que nos descalabren más. La discusión la empezó este gobierno, aunque la primera propuesta fue entre naíf o tonta o pésimamente comunicada: fijar precios tope. Al menos supo dar marcha atrás en lo de tope, y lo malo es que los precios acordados nunca se concretaron.

Junto a ésta estaba la de Petrocaribe. Ciertamente puede ser una solución a corto plazo, porque es un crédito para pagar el petróleo a largo plazo sin intereses, a cambio de no criticar internacionalmente a Hugo Chávez. Sí, Chávez es el demonio para algunos, pero igual les vende petróleo a los gringos y a Colombia, y ahí a ellos se les olvida que es el demonio y es solo un proveedor. El Gobierno no ha podido explicar exactamente (o negociar) cuáles serán los beneficios de este contrato.

Olvidamos ya el asunto de los biocombustibles “porque encarecen el precio de los alimentos”. Así lo explican las agencias internacionales que simplifican todo, y los “expertos económicos”. Vamos a deconstruir el argumento. 1. La demanda de biocombustibles no ha crecido en una forma tan grande que justifique la subida de precios. 2. Aún no se produce mucho biocombustible. 3. La tierra disponible es suficiente para producir biocombustibles y comida. En muchos países, la tierra no se aprovechó bien porque era más barato importar comida subvencionada por Estados Unidos o la Unión Europea, en vez de producirla. Miremos a Brasil. Llevan ya mucho tiempo produciendo —ellos sí— mucho biocombustible, sin conflictos graves con la producción de alimentos. La producción de biocombustibles y alimentos se puede combinar de una manera inteligente.

En el pasado no valía la pena producir en el campo, porque los precios estaban bajos por falta de demanda o porque no se usaban las tierras productivamente. La subida actual de los precios es una enorme oportunidad para producir más y ganar más, para crear riqueza en el campo e invertir en métodos modernos y sostenibles para agroindustria. La desventaja para los altos precios está en los que lo tienen que pagar: la población urbana. Entonces, ¿por qué suben tanto los precios, si no es por demanda ni por competencia con los biocombustibles? Pura especulación en las bolsas financieras.

El último debate es sobre extender, sin competencia, el contrato a Perenco. Manuel Baldizón y compañía quisieron hacerlo rápido, debajo de la mesa, tres dictámenes conjuntos en tiempo récord para una decisión tan importante como prorrogar 25 años una concesión… demasiada suspicacia. La explicación del ministro Carlos Meany en una entrevista a elPeriódico era contundente. Pero si es tan perfecta, ¿por qué no querer debatirla y querer pasarla de urgencia nacional? La iniciativa del fondo de petróleo tiene como parte toral prorrogar el contrato de Perenco, y lo de la repartición para Petén es puro populismo. No dice nada sobre qué porcentaje de regalías tendrá el Estado, y supongo que lo definirá un acuerdo gubernativo. No dice nada sobre proteger la Biosfera Maya. No dice nada sobre lo que argumentaba el ministro de hacernos autosostenibles. Es algo que puede ser una solución a mediano plazo, 10 años. No por uno o dos meses de debate vamos a arruinarla. Pero si la dejamos engavetada, ciertamente Belice, México y El Salvador no dudarán en quitarnos nuestro petróleo.