martes, 16 de octubre de 2007

Soñar algo

http://www.prensalibre.com/pl/2007/octubre/09/184562.html

Hola. Soy Martín Rodríguez, un guatemalteco de 24 años, con muchas ganas de compartir con usted cómo veo nuestro país y nuestro continente desde esta columna. Fui periodista del grupo Política y Poderes de Prensa Libre hasta la semana pasada, tras casi siete años. Me licencié en Relaciones Internacionales, y ahora me encuentro en Madrid cursando una maestría en Estudios Latinoamericanos, con una beca de la Fundación Carolina.

En estos casi siete años he empezado a entender a Guatemala, sus premodernidades, sus sueños, sus realidades... a las que los periodistas tenemos muchos más puertas abiertas. Empecé reporteando sobre las cartas de los lectores en Línea Directa, pegué las noticias enviadas por los corresponsales desde la provincia, serví capuchinos en la Redacción, hice el trabajo invisible y menos complejo en investigaciones, y después de un par de años llegué a la sección de Política para seguir aprendiendo. Allí cubrí el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Vicepresidencia y el Congreso desde el 2006.

Entonces descubrí, junto a una compañera, que el Programa de Apoyo Comunitario Urbano y Rural (Pacur) fue un asunto de compra de votos a cambio de obras por Q600 millones, lo que logramos demostrar y detener, y por esto recibimos el tercer lugar del Premio Latinoamericano de Periodismo Investigativo, de Transparencia Internacional.
He investigado sobre la pista de aterrizaje en el chalé de Ríos Montt, construida con maquinaria estatal; sobre cómo grandes empresas dejan de pagar impuestos disfrazadas de maquilas; sobre cómo tres diputados se fueron a París con una carta falsificada; sobre cómo querían aprobar una ley contra el crimen organizado, al reducir penas a criminales; o sobre cómo el presidente Berger quería comprar helicópteros para el Ejército a un financista, a pesar de la oposición técnica de la Fuerza Aérea.

Han sido siete años apasionantes en los que me han permitido contarles emociones como la elección entre Guatemala y Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU, o intentar analizar la política nacional y entrevistar a candidatos o expertos o corruptos con las preguntas que cualquier ciudadano podría haber querido hacer.

Me ha tocado representar al país en seis becas competidas con el resto de América Latina o el mundo, en seminarios en Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña, donde uno deja de llamarse Martín o Rodríguez y se llama Guatemala, y tiene que demostrar por qué nuestro país vale la pena en el mundo, por qué somos únicos y tenemos magia, y por qué esta tierra ha dado hijos que son premios Nobel, inventores, poetas, científicos y trabajadores que se fajan para mantener al país a flote. Hijos que, después de tres décadas de matarnos, logramos sentarnos a la mesa y firmar los acuerdos de paz más ambiciosos del mundo.

No hubiera podido hacer nada de esto sin los que creyeron en mí antes de que escribiera mi primera línea o quienes tuvieron la paciencia para compartirme ideas o agendas, o quienes en casa me apoyaban y entusiasmaban tras mis artículos, o quienes como fuentes anónimas confiaron en mí para destapar escándalos. A todos, gracias.
Creo en un país justo, encauzado en una lucha contra el racismo. Creo en un país moderno, no sólo con Internet inalámbrico o teléfonos celulares para uno de cada dos guatemaltecos, sino moderno en el que todos los ciudadanos vean al otro como ciudadano, con obligaciones y derechos. Creo en un país que sea luz en el continente, que sea puente, que muestre cómo pueden vivir y crecer en armonía culturas diferentes.

El nombre de esta columna es Wachik’aj, que quiere decir soñar algo, en k’iche’, porque sueño con una Guatemala intercultural, sin tabús como que lo maya es sólo para los mayas o para los de extrema izquierda o para los extranjeros. Y sueño con aportar a construir la guatemalidad, que entiendo como la mezcla entre lo occidental y lo maya.

Ahora empiezo esta etapa de mi vida como columnista. Desde acá, en la moderna Madrid, ex capital de imperio, y con esta carrera y compañeros de todo el continente, espero descubrir y entender a Guatemala desde una perspectiva iberoamericana y compartirla con usted. Salú, por la vida.

No hay comentarios: