“Traigamos a un montón de campesinos con fondos públicos y compremos a los diputados que tienen precio. Así seguro logramos un presupuesto “para los pobres” y les damos la quinta paliza al Partido Patriota y la primera al CACIF para que vean quién es el que manda”.
Conversación en la Casa Presidencial a principios de noviembre. Y no, no hace falta poner micrófonos para saberla.
¿Cuál es la diferencia entre esa estrategia “de izquierdas” respecto de la estrategia del gobierno de Berger “de derechas” con el Pacur, señor Presidente? ¿Cuál es la diferencia con la corrupción del FRG?
Sí, logró aprobar un presupuesto de Q49 mil millones, con Q200 millones en corrupción para ONGs de Mr. Baldizón y compañía, con Q1 mil millones más en el Ministerio de Comunicaciones para comprar diputados, con más presupuesto para la capital que para el Altiplano paupérrimo. ¿No fue usted, presidente Colom, el que prometió en campaña y en el discurso de toma de posesión trabajar para los que vivían en las montañas alejadas de la Ciudad de Guatemala?
Sí, el presupuesto le da al Gobierno un margen de maniobra para gobernar este país ingobernable y tiene aumentos significativos en Educación, Salud y Seguridad, pero no se engañe. No es una derrota al Partido Patriota o al CACIF. Es una derrota para el Estado. Es una derrota para su ministro de Finanzas Juan Alberto Fuentes, quien aseguraba que la manifestación no era organizada y al que usted le respondió que la manifestación era “una demostración de fuerza”. Es una derrota para su ministro que pide más presupuesto para fortalecer al Estado mientras sus diputados reparten el dinero entre ONGs y constructoras. ¿Se dio cuenta que le hacen más caso a las ofertas clientelares de los diputados de la Comisión de Finanzas que a las instrucciones presidenciales?
Es una derrota para su partido UNE, que está al mismo nivel de clientelismo del FRG, Gana, PAN, UCN o la terna infernal UCN-DC-MAS.
Pero más que una derrota más a los politiqueros, el Presupuesto de los Colom es una derrota para los ciudadanos que defendemos que el Presupuesto de la Nación es la herramienta contra la desigualdad y para cumplir la obligación del Estado de asegurar que todos los guatemaltecos puedan ejercer su ciudadanía (con educación, salud, vivienda, desarrollo).
Esta semana todos vimos con mucha tristeza la deriva que toma Nicaragua. La deriva conducida por el sandinismo corrupto y clientelar, que ilegalizó a casi todos los partidos para competir sólo contra los radicales corruptos de derechas del partido de Alemán y la opción vacía y excluyente de Montealegre. Una bipolaridad entre dizque izquierdas clientelares y derecha excluyente y vacía de contenido.
Tras ver la manifestación de la UNE y la repartición de la Comisión de Finanzas por un lado, y a una diputada con megáfono en el pleno y una patronal intransigente por el otro, me recordé el trabajo colosal que tenemos por delante los ciudadanos centrados para evitar caer en ese abismo bipolar que no nos llevará a ninguna parte.
Esta semana fue una derrota para todos. Para el Gobierno de Colom y la UNE, para el Congreso, para el CACIF, para los ciudadanos, para la oposición que hizo mucha bulla y metió pocos goles. Pero bueno, es hora de trabajar para revertirlo. La Presidencia podría empezar a hacerlo con dos vetos: a la descarada ley de Fonpetrol y a la que impide publicidad en TVMaya. Nosotros, fiscalizando. Igual todavía es muy temprano para enojarse.
martinpellecer@gmail.com
lunes, 24 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
57. Ética como solución a la crisis financiera
El argumento no puede ser más lógico: “no me suban impuestos para que yo pueda dar más trabajo”; “en época de crisis, hay que ser austero, empezando por el Estado corrupto”. Brillante. Si lo sustento además con un discurso estructurado que cuenta la mitad de la historia y adoctrino con él a la mayor parte de la élite económica (CACIF) y de la élite académica (Universidad Marroquín) éstas van a incidir en la opinión de las clases media y alta y “el país va a despegar económicamente”.
Pero no “hubo despegue” y son ciegos antes las evidencias. Ni el momento actual en el que esas ideas económicas llevadas a la práctica por Bush y buena parte del mundo durante 28 años lograron meter al planeta en su peor crisis financiera. En todo el mundo, países industrializados y países en desarrollo, esta crisis está siendo una oportunidad para replantear el rol del Estado: tiene que ayudar al mercado para ayudar a la ciudadanía.
Los empresarios y los ciudadanos de todo el mundo piden ayuda para esto al Estado. No, en la isla que se llama Guatemala, la patronal llama a boicotear un presupuesto estatal “más grande” (recordemos que Guatemala tiene el presupuesto más pequeño en relación con la economía de toda América Latina, recordémoslo).
Una frase resume esas ideas: “la codicia (y el egoísmo) son buenos, porque hacen que se busque la ganancia, lo que redundará en el desarrollo de la sociedad. Eso de ser solidarios, de usar al Estado para ayudar a los más desfavorecidos, eso de criticar la desigualdad, es cosa de marxistas o tontos bienintencionados”.
Hoy, la evidencia muestra lo que una vez dijo Franklin D. Roosevelt tras la depresión de 1929: “Siempre hemos sabido que el interés egoísta e irresponsable era malo desde el punto de vista moral; ahora sabemos que es malo desde el punto de vista económico”. No podría tener más vigencia hoy. El último premio Nobel de Economía, Paul Krugman, recuerda cómo ayudar a los más necesitados, aumentando las prestaciones de salud y desempleo (o haciendo transferencias condicionadas de manera transparente), es lo que se debe hacer desde una perspectiva ética y es una forma mucho más eficaz de estímulo económico que rebajar impuestos.
Brasil y 12 países de América Latina son un ejemplo de cómo esas transferencias condicionadas a las madres dinamizaron la parte más deprimida de sus economías. Tuvieron mucho mejores resultados que los incentivos fiscales centroamericanos. Señora De Colom, usted no puede darse el lujo de arruinar este programa por “no darle el gusto” a la oposición de que la fiscalice.
Banrural es otro ejemplo de cómo el Estado, junto al sector privado, pueden dar crédito a agentes “poco rentables”, como las mujeres rurales, y darles herramientas a sus sueños de poner un negocio. El sector privado por sí sólo, con intereses del 18 por ciento y sus ganancias de 15 por ciento al año, no las considera sujeto de crédito.
Sí, da cólera ver que hay funcionarios que roban, pero no confundamos ser críticos con un Gobierno mediocre con destruir al frágil Estado de Guatemala. Se nos olvida que el Estado es el único al que la ciudadanía fiscaliza (es nuestra responsabilidad). Pero si fiscalizáramos también al sector privado, al sector de ONGs, a la economía informal, veríamos que la corrupción es un cáncer en toda la sociedad, no sólo en el Estado.
Así que, más que por manifestaciones a favor, o campañas radiales en contra, diputados, es su turno de ser ciudadanos.
martinpellecer@gmail.com
Pero no “hubo despegue” y son ciegos antes las evidencias. Ni el momento actual en el que esas ideas económicas llevadas a la práctica por Bush y buena parte del mundo durante 28 años lograron meter al planeta en su peor crisis financiera. En todo el mundo, países industrializados y países en desarrollo, esta crisis está siendo una oportunidad para replantear el rol del Estado: tiene que ayudar al mercado para ayudar a la ciudadanía.
Los empresarios y los ciudadanos de todo el mundo piden ayuda para esto al Estado. No, en la isla que se llama Guatemala, la patronal llama a boicotear un presupuesto estatal “más grande” (recordemos que Guatemala tiene el presupuesto más pequeño en relación con la economía de toda América Latina, recordémoslo).
Una frase resume esas ideas: “la codicia (y el egoísmo) son buenos, porque hacen que se busque la ganancia, lo que redundará en el desarrollo de la sociedad. Eso de ser solidarios, de usar al Estado para ayudar a los más desfavorecidos, eso de criticar la desigualdad, es cosa de marxistas o tontos bienintencionados”.
Hoy, la evidencia muestra lo que una vez dijo Franklin D. Roosevelt tras la depresión de 1929: “Siempre hemos sabido que el interés egoísta e irresponsable era malo desde el punto de vista moral; ahora sabemos que es malo desde el punto de vista económico”. No podría tener más vigencia hoy. El último premio Nobel de Economía, Paul Krugman, recuerda cómo ayudar a los más necesitados, aumentando las prestaciones de salud y desempleo (o haciendo transferencias condicionadas de manera transparente), es lo que se debe hacer desde una perspectiva ética y es una forma mucho más eficaz de estímulo económico que rebajar impuestos.
Brasil y 12 países de América Latina son un ejemplo de cómo esas transferencias condicionadas a las madres dinamizaron la parte más deprimida de sus economías. Tuvieron mucho mejores resultados que los incentivos fiscales centroamericanos. Señora De Colom, usted no puede darse el lujo de arruinar este programa por “no darle el gusto” a la oposición de que la fiscalice.
Banrural es otro ejemplo de cómo el Estado, junto al sector privado, pueden dar crédito a agentes “poco rentables”, como las mujeres rurales, y darles herramientas a sus sueños de poner un negocio. El sector privado por sí sólo, con intereses del 18 por ciento y sus ganancias de 15 por ciento al año, no las considera sujeto de crédito.
Sí, da cólera ver que hay funcionarios que roban, pero no confundamos ser críticos con un Gobierno mediocre con destruir al frágil Estado de Guatemala. Se nos olvida que el Estado es el único al que la ciudadanía fiscaliza (es nuestra responsabilidad). Pero si fiscalizáramos también al sector privado, al sector de ONGs, a la economía informal, veríamos que la corrupción es un cáncer en toda la sociedad, no sólo en el Estado.
Así que, más que por manifestaciones a favor, o campañas radiales en contra, diputados, es su turno de ser ciudadanos.
martinpellecer@gmail.com
lunes, 10 de noviembre de 2008
56. Inexplicable pesimismo y premodernidad de la patronal
Para cambiar sociedades hay una cosa más importante que la realidad, los imaginarios, esas imágenes de la realidad con las que organizamos nuestra vida. Hay imaginarios optimistas e imaginarios pesimistas. Hay imaginarios “realistas” e imaginarios “exagerados”.
El mundo entero –desde las izquierdas latinoamericanas radicales, los europeos de centro, republicanos sensatos, árabes, rusos, y muchísimos estadounidenses blancos, jóvenes, negros, latinos-, el mundo entero celebró la llegada de Obama a la Presidencia de EEUU hace una semana. Su elección como jefe del Estado más poderoso del mundo, con la historia de Obama, sus ideas, su serenidad, abre una puerta para cambios profundos en el mundo. Todos lo celebraron. Menos unos, los líderes y formadores de opinión guatemaltecos. Para estos cegatones, daba lo mismo McCain u Obama. Da lo mismo Obama que Bush. Obama tiene una tarea dificilísima delante, pero es el político con más capacidad para superarla. Se trata de optimismo realista.
Tenemos graves problemas. Es el legado de dictaduras conservadoras 30 años y democracia débil al gusto de parte de la élite empresarial conservadora otros 20 años. A los que soñaban con un país mejor y más justo en los 70’s y 80’s los mataron. La mayoría de los que quedaron, fueron un fracaso político. La ciudadanía está dormida. Y la mayoría de los líderes que quedan o que llegaron, políticos, dirigentes campesinos, empresariales, los que pueden opinar en los periódicos, escribir editoriales, columnas… vayan a un psicólogo por favor. Esos pesimismo y ceguera son patológicos.
Dejen de contarnos el mundo tan pesimista y catastrófico. Tan conservador e ideologizado. Reflexionen. Es que realmente le hacen daño al país deprimiendo a la ciudadanía y a los jóvenes. Reflexionen si oponerse a todo o negar todo o enterrar todo antes de que empiece sirve de algo.
En uno de los debates más graves para el Estado de Guatemala, el CACIF ya “vetó” la tibia, débil, reforma de algunos impuestos. Llevan 50 años con ese discurso y miren lo raquítico del Estado. Y miren lo desigual del país. Miren lo inseguro que es. Necesitamos que exista Estado (sólido). Necesitamos dinero para las escuelas y los hospitales. Para unas transferencias condicionadas (más transparentes) que rompan el círculo de la pobreza, como en 12 países latinoamericanos.¿No se dan cuenta?
Les voy a compartir un análisis sobre América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OECD), de los países más ricos del mundo. “La recaudación, el gasto público y la gestión de la deuda pueden servir para reducir la pobreza y la desigualdad. Un sistema fiscal transparente, con sistemas tributarios progresivos (que el que gana más pague más) y servicios públicos de calidad es sinónimo de que el contrato social entre Estado y ciudadanos funciona, y refuerza la legitimidad de la democracia. Este potencial de la política fiscal como motor del desarrollo no se está aprovechando plenamente en América Latina”.
“Que estamos en crisis mundial y no hay que subir impuestos”, dicen algunos empresarios (no todos). Pues, oh noticia, esa crisis golpea más a los que menos tienen. A los que no tienen para medicinas o para darles de comer a sus hijos si no llega a tiempo el almuerzo escolar.
Hay que modernizar definitivamente la política nacional y transparentarla. Pero parte de la cúpula empresarial se está quedando rezagada en la historia. Ojalá algún día se den cuenta o les dejemos de hacer caso el resto de ciudadanos.
martinpellecer@gmail.com
El mundo entero –desde las izquierdas latinoamericanas radicales, los europeos de centro, republicanos sensatos, árabes, rusos, y muchísimos estadounidenses blancos, jóvenes, negros, latinos-, el mundo entero celebró la llegada de Obama a la Presidencia de EEUU hace una semana. Su elección como jefe del Estado más poderoso del mundo, con la historia de Obama, sus ideas, su serenidad, abre una puerta para cambios profundos en el mundo. Todos lo celebraron. Menos unos, los líderes y formadores de opinión guatemaltecos. Para estos cegatones, daba lo mismo McCain u Obama. Da lo mismo Obama que Bush. Obama tiene una tarea dificilísima delante, pero es el político con más capacidad para superarla. Se trata de optimismo realista.
Tenemos graves problemas. Es el legado de dictaduras conservadoras 30 años y democracia débil al gusto de parte de la élite empresarial conservadora otros 20 años. A los que soñaban con un país mejor y más justo en los 70’s y 80’s los mataron. La mayoría de los que quedaron, fueron un fracaso político. La ciudadanía está dormida. Y la mayoría de los líderes que quedan o que llegaron, políticos, dirigentes campesinos, empresariales, los que pueden opinar en los periódicos, escribir editoriales, columnas… vayan a un psicólogo por favor. Esos pesimismo y ceguera son patológicos.
Dejen de contarnos el mundo tan pesimista y catastrófico. Tan conservador e ideologizado. Reflexionen. Es que realmente le hacen daño al país deprimiendo a la ciudadanía y a los jóvenes. Reflexionen si oponerse a todo o negar todo o enterrar todo antes de que empiece sirve de algo.
En uno de los debates más graves para el Estado de Guatemala, el CACIF ya “vetó” la tibia, débil, reforma de algunos impuestos. Llevan 50 años con ese discurso y miren lo raquítico del Estado. Y miren lo desigual del país. Miren lo inseguro que es. Necesitamos que exista Estado (sólido). Necesitamos dinero para las escuelas y los hospitales. Para unas transferencias condicionadas (más transparentes) que rompan el círculo de la pobreza, como en 12 países latinoamericanos.¿No se dan cuenta?
Les voy a compartir un análisis sobre América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OECD), de los países más ricos del mundo. “La recaudación, el gasto público y la gestión de la deuda pueden servir para reducir la pobreza y la desigualdad. Un sistema fiscal transparente, con sistemas tributarios progresivos (que el que gana más pague más) y servicios públicos de calidad es sinónimo de que el contrato social entre Estado y ciudadanos funciona, y refuerza la legitimidad de la democracia. Este potencial de la política fiscal como motor del desarrollo no se está aprovechando plenamente en América Latina”.
“Que estamos en crisis mundial y no hay que subir impuestos”, dicen algunos empresarios (no todos). Pues, oh noticia, esa crisis golpea más a los que menos tienen. A los que no tienen para medicinas o para darles de comer a sus hijos si no llega a tiempo el almuerzo escolar.
Hay que modernizar definitivamente la política nacional y transparentarla. Pero parte de la cúpula empresarial se está quedando rezagada en la historia. Ojalá algún día se den cuenta o les dejemos de hacer caso el resto de ciudadanos.
martinpellecer@gmail.com
lunes, 3 de noviembre de 2008
55. Nuevo bactún (bye Reagan, hi Obama)
Los mayas dividían al tiempo en la historia en bactunes (ciclos similares a la división del mundo en siglos o épocas, que separan malos tiempos de buenos tiempos). Hoy inicia (si las encuestas no se equivocan) un bactún nuevo en la política mundial con la elección de Barack Hussein Obama como presidente de EEUU.
Hace 28 años, Ronald Reagan apabulló a Carter en las elecciones y empezó con su presidencia un bactún de fe ciega en el mercado libre a ultranza y a bombazos. De crecimiento económico que confiaba que bajando impuestos a los más ricos, estos invertirán más, habrá más empleo y más prosperidad. Ciertamente hubo años de crecimiento durante la época de Reagan, pero ciertamente la desigualdad aumentó en el mundo. Y es una ecuación infalible: a más desigualdad, más violencia (¿les recuerda algo de Guatemala o Brasil o Suráfrica?).
Así que la teoría del derrame (de que dando “libertad” a los más pudientes, los beneficios se derramarían a toda la sociedad) nunca funcionó. Eso sí, sirvió para violar derechos laborales, ridiculizar las ideas de justicia social, dañar el medio ambiente… todo para ser “más productivos y más competitivos”.
Este anticomunista, actor de cine, logró convertir en legítima una visión del mundo que no le avergonzaba predicar el egoísmo o financiar terroristas nicaragüenses si combatían izquierdas o terroristas islamistas en Afganistán (Bin Laden) si combatían a los rusos. Desarrolló una política de reducción de impuestos (se invirtió menos en salud, educación) pero sí invirtió en el ejército, con lo que desfinanció presupuestos. Como los súbditos siempre son más radicales que sus próceres, ahí tienen ustedes a Bush o a Palin, o a los neoliberales guatemaltecos, que hoy parecen marxistas-leninistas después de la caída de la Unión Soviética, o sea, anacrónicos.
Pero bueno, ese bactún que tanto daño ha hecho al mundo, y a nuestro país, puede llegar a su fin hegemónico hoy, cuando EEUU elija a Obama. Este senador negro de 47 años nos ha ilusionado al mundo entero con una visión totalmente distinta. Una apuesta por la serenidad, por la ética, por la justicia social, por la palabra en vez de los puños (diplomacia directa en vez de guerra). Una apuesta frontal contra el racismo y contra el Estado al servicio de los más poderosos.
Obama propone un mundo de ciudadanos, en el que no haya más fe ciega en el mercado libre para las multinacionales y los especuladores, sino un equilibrio entre las responsabilidades del Estado (salud, educación, vivienda, oportunidades para los desfavorecidos) y el mercado (pero que beneficie a los muchos empresarios éticos, trabajadores, que no violan los derechos de sus trabajadores ni el medio ambiente ni corrompen políticos).
En tiempos que Occidente, y probablemente América Latina en menor medida, entran en una recesión económica, no hay mejor noticia para nosotros, los ciudadanos del mundo, que una presidencia fresca de alguien tan brillante y ético como Obama.
Con Obama el mundo tiene hoy una oportunidad de poner en el centro del debate la justicia social, la paz, la prosperidad. Y, conociendo sus propuestas para regularizar migrantes o cambiar la agenda latinoamericana (que no sea sólo comercio y lucha antidroga), es de ignorantes pesimistas decir que eso no significará un cambio para los guatemaltecos. Es, en el papel y en la palabra y su experiencia, uno de los hombres más capacitados para dirigir la oficina más poderosa del planeta y para inspirar, con toda la esperanza del universo, un cambio de bactún.
Hace 28 años, Ronald Reagan apabulló a Carter en las elecciones y empezó con su presidencia un bactún de fe ciega en el mercado libre a ultranza y a bombazos. De crecimiento económico que confiaba que bajando impuestos a los más ricos, estos invertirán más, habrá más empleo y más prosperidad. Ciertamente hubo años de crecimiento durante la época de Reagan, pero ciertamente la desigualdad aumentó en el mundo. Y es una ecuación infalible: a más desigualdad, más violencia (¿les recuerda algo de Guatemala o Brasil o Suráfrica?).
Así que la teoría del derrame (de que dando “libertad” a los más pudientes, los beneficios se derramarían a toda la sociedad) nunca funcionó. Eso sí, sirvió para violar derechos laborales, ridiculizar las ideas de justicia social, dañar el medio ambiente… todo para ser “más productivos y más competitivos”.
Este anticomunista, actor de cine, logró convertir en legítima una visión del mundo que no le avergonzaba predicar el egoísmo o financiar terroristas nicaragüenses si combatían izquierdas o terroristas islamistas en Afganistán (Bin Laden) si combatían a los rusos. Desarrolló una política de reducción de impuestos (se invirtió menos en salud, educación) pero sí invirtió en el ejército, con lo que desfinanció presupuestos. Como los súbditos siempre son más radicales que sus próceres, ahí tienen ustedes a Bush o a Palin, o a los neoliberales guatemaltecos, que hoy parecen marxistas-leninistas después de la caída de la Unión Soviética, o sea, anacrónicos.
Pero bueno, ese bactún que tanto daño ha hecho al mundo, y a nuestro país, puede llegar a su fin hegemónico hoy, cuando EEUU elija a Obama. Este senador negro de 47 años nos ha ilusionado al mundo entero con una visión totalmente distinta. Una apuesta por la serenidad, por la ética, por la justicia social, por la palabra en vez de los puños (diplomacia directa en vez de guerra). Una apuesta frontal contra el racismo y contra el Estado al servicio de los más poderosos.
Obama propone un mundo de ciudadanos, en el que no haya más fe ciega en el mercado libre para las multinacionales y los especuladores, sino un equilibrio entre las responsabilidades del Estado (salud, educación, vivienda, oportunidades para los desfavorecidos) y el mercado (pero que beneficie a los muchos empresarios éticos, trabajadores, que no violan los derechos de sus trabajadores ni el medio ambiente ni corrompen políticos).
En tiempos que Occidente, y probablemente América Latina en menor medida, entran en una recesión económica, no hay mejor noticia para nosotros, los ciudadanos del mundo, que una presidencia fresca de alguien tan brillante y ético como Obama.
Con Obama el mundo tiene hoy una oportunidad de poner en el centro del debate la justicia social, la paz, la prosperidad. Y, conociendo sus propuestas para regularizar migrantes o cambiar la agenda latinoamericana (que no sea sólo comercio y lucha antidroga), es de ignorantes pesimistas decir que eso no significará un cambio para los guatemaltecos. Es, en el papel y en la palabra y su experiencia, uno de los hombres más capacitados para dirigir la oficina más poderosa del planeta y para inspirar, con toda la esperanza del universo, un cambio de bactún.
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