Guatemala no sólo es el país de la impunidad y la esperanza. También lo es de finqueros retrógrados anticomunistas que en público dan su apoyo al gobierno de facto de Honduras y... faltaba más, ¡de un Tribunal Supremo Electoral que también avala un proceso electoral que 192 países de la ONU (todos) se niegan a reconocer!
Actúa bien el canciller Haroldo Rodas al recordarles que tienen que subordinarse al Poder Ejecutivo en materia de política exterior y el presidente Álvaro "el Tibio" Colom, dice que "prefiere no opinar", como tampoco para la elección de magistrados. ¡Por Dios!
jueves, 27 de agosto de 2009
96. CACIF y Cámara del Agro
Los moderados empiezan a imponerse en el CACIF.
Sin aval
Ver la foto de famosos empresarios guatemaltecos reunidos con el presidente de facto de Honduras nos produjo a muchos vergüenza por el bochorno internacional que representa, e incluso pena por el extremismo anticomunista, caducado cuando cayó el muro de Berlín (1989), que ellos siguen profesando en el año 2009.
Pero el pie de la foto de elPeriódico es lo más importante de la noticia: “Sin el aval del CACIF”. Los finqueros reaccionarios que fueron a Tegucigalpa son de la Cámara del Agro y, para dicha del país, no representan la mayoría del empresariado guatemalteco. Si bien no han condenado el golpe de Estado del 28 de junio o avalado hacer un sacrificio temporal con cierre de fronteras, es un alivio saber que la mayor parte de la élite empresarial tampoco ha apoyado públicamente a Micheletti y los golpistas.
Dentro de todos los gremios o dentro de todas las instituciones siempre hay más de una visión del mundo. En el CACIF hay una significativa presencia de empresarios modernos, con visiones globales, comprometidos con el país, con la democracia y las instituciones, que es de aplaudir. (Aunque a varios les faltan lecturas que vayan más allá de las fórmulas neoliberales para desarrollar el país.) Hay otros que no se enteraron que cayó la URSS, ultras, que anhelan los golpes de Estado y las dictaduras que tanto daño hicieron a Guatemala.
El ala moderada del empresariado, que no apoyó esta misión a Honduras, fue la que tuvo un papel determinante para el manejo de la crisis por el caso Rosenberg. Dentro de todas las pasiones que podía desatar el video, el CACIF reaccionó de una manera muy prudente. Su actual presidente Jorge Montenegro ha sido la personificación de esta corriente centrada. Esta visión que piensa en competir con empresarios de EEUU y Europa, en ser los mayores vendedores a Centroamérica, en lo vital que es construir un Estado, en no buscar trampas para pagar menos impuestos.
Muchos amigos empresarios tienen la impresión que desde esta tribuna critico a “los empresarios”. Quizás ha sido falta de énfasis mío (aunque lo matizo) en que cuando critico algunas posturas empresariales, lo hago señalando a “una parte” del empresariado o a “una parte” de la cúpula empresarial. A esa parte radical, ultraconservadora, que es responsable de que muchos problemas actuales del país no se solucionen y nunca es sujeta a fiscalización.
Creo que como país deberíamos escapar de la tentación simplista de considerar esto como un teatro de buenos contra malos. Ni todos los políticos son malos ni todos los empresarios buenos. Ni viceversa. Para comprender nuestro país a mí me sirve el futbol; partidos competidos, muchos partidos, con equipos que tienen más jugadores buenos que otros, a veces con intensiones más nacionales que personales…
Como decidimos jugar bajo las reglas de la democracia desde hace 25 años y de la paz política desde hace 12 años, una de las condiciones sin equa non es la fiscalización. La posibilidad de exigir a los demás ciudadanos (funcionarios o no) que se comporten como ciudadanos. Esto es una obligación mínima como contraparte a los derechos que conlleva ser ciudadano. Por eso es reprochable el apoyo de los finqueros radicales al golpe hondureño, pero muy valiente de los empresarios moderados (mayoritarios) no haber dado el aval para semejante corcho.
PS. Señores postuladores, no se crean muy machitos por “resistir la presión pública” y desafiar la transparencia en las comisiones; hacen mucho daño a nuestro país.
Sin aval
Ver la foto de famosos empresarios guatemaltecos reunidos con el presidente de facto de Honduras nos produjo a muchos vergüenza por el bochorno internacional que representa, e incluso pena por el extremismo anticomunista, caducado cuando cayó el muro de Berlín (1989), que ellos siguen profesando en el año 2009.
Pero el pie de la foto de elPeriódico es lo más importante de la noticia: “Sin el aval del CACIF”. Los finqueros reaccionarios que fueron a Tegucigalpa son de la Cámara del Agro y, para dicha del país, no representan la mayoría del empresariado guatemalteco. Si bien no han condenado el golpe de Estado del 28 de junio o avalado hacer un sacrificio temporal con cierre de fronteras, es un alivio saber que la mayor parte de la élite empresarial tampoco ha apoyado públicamente a Micheletti y los golpistas.
Dentro de todos los gremios o dentro de todas las instituciones siempre hay más de una visión del mundo. En el CACIF hay una significativa presencia de empresarios modernos, con visiones globales, comprometidos con el país, con la democracia y las instituciones, que es de aplaudir. (Aunque a varios les faltan lecturas que vayan más allá de las fórmulas neoliberales para desarrollar el país.) Hay otros que no se enteraron que cayó la URSS, ultras, que anhelan los golpes de Estado y las dictaduras que tanto daño hicieron a Guatemala.
El ala moderada del empresariado, que no apoyó esta misión a Honduras, fue la que tuvo un papel determinante para el manejo de la crisis por el caso Rosenberg. Dentro de todas las pasiones que podía desatar el video, el CACIF reaccionó de una manera muy prudente. Su actual presidente Jorge Montenegro ha sido la personificación de esta corriente centrada. Esta visión que piensa en competir con empresarios de EEUU y Europa, en ser los mayores vendedores a Centroamérica, en lo vital que es construir un Estado, en no buscar trampas para pagar menos impuestos.
Muchos amigos empresarios tienen la impresión que desde esta tribuna critico a “los empresarios”. Quizás ha sido falta de énfasis mío (aunque lo matizo) en que cuando critico algunas posturas empresariales, lo hago señalando a “una parte” del empresariado o a “una parte” de la cúpula empresarial. A esa parte radical, ultraconservadora, que es responsable de que muchos problemas actuales del país no se solucionen y nunca es sujeta a fiscalización.
Creo que como país deberíamos escapar de la tentación simplista de considerar esto como un teatro de buenos contra malos. Ni todos los políticos son malos ni todos los empresarios buenos. Ni viceversa. Para comprender nuestro país a mí me sirve el futbol; partidos competidos, muchos partidos, con equipos que tienen más jugadores buenos que otros, a veces con intensiones más nacionales que personales…
Como decidimos jugar bajo las reglas de la democracia desde hace 25 años y de la paz política desde hace 12 años, una de las condiciones sin equa non es la fiscalización. La posibilidad de exigir a los demás ciudadanos (funcionarios o no) que se comporten como ciudadanos. Esto es una obligación mínima como contraparte a los derechos que conlleva ser ciudadano. Por eso es reprochable el apoyo de los finqueros radicales al golpe hondureño, pero muy valiente de los empresarios moderados (mayoritarios) no haber dado el aval para semejante corcho.
PS. Señores postuladores, no se crean muy machitos por “resistir la presión pública” y desafiar la transparencia en las comisiones; hacen mucho daño a nuestro país.
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miércoles, 19 de agosto de 2009
95. Rehacer el país
Jóvenes, desaparecidos y Franja del Norte
Rehacer el país
Dentro del polvorín de país que tenemos –y nuestra forma de verlo que lo hace todo más enredado y pesimista-, hay dos luces que nos empeñamos en no ver pero que dan campo para una ilusión o al menos un respiro. Hay una tercera que depende de una firma del presidente Colom.
La primera es saber que hay jóvenes que están conscientes de su responsabilidad de ejercer su ciudadanía, hacer política y limpiar/construir el Estado de Guatemala y levantar el país (y convertirlo en uno decente). Jóvenes que no sólo platican de que “hay que cambiar el país y quiero ser presidente” sino que trabajan y lideran desde partidos políticos, desde asociaciones, desde oenegés, desde cualquier campo para cambiar la vida de sus conciudadanos. El desayuno que organizó Prensa Libre lo muestra.
La segunda es una encuesta del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial sobre el conocimiento de los ciudadanos sobre el conflicto armado y los desaparecidos. Las preguntas son quizás demasiado básicas, pero dan muchas luces. 94 por ciento sabe que hubo desaparecidos; 85 por ciento, que cementerios clandestinos, pero, más importante aún, el 89 por ciento respondió que los familiares de las víctimas tienen derecho al resarcimiento y al reconocimiento –contrario a la voz cantante de los radicales con micrófonos de nuestro país-, y exigen al Gobierno actuar en el tema.
A esto se suma la iniciativa de la Fundación de Antropología Forense de buscar la identidad de los muertos XX del cementerio La Verbena con un poco de saliva de familiares para identificar el ADN. La encuesta anterior mostraba que 10 por ciento de los guatemaltecos tiene algún familiar desaparecido. Y la Fundación pide una ley para tomar muestras de las morgues. La “aplanadora de la UNE”, tan progre que se dice ella, puede ponerse a trabajar en esta ley, que no sólo resarcirá a las memorias y familias de desaparecidos, sino que puede ayudar a encontrar a tantos asesinados no reconocidos víctimas de la violencia actual.
Esto porque el país se construye desde los cimientos, desde el pasado. Lo hemos malconstruido durante décadas. Y tenemos que reconstruir nuestro pasado y al mismo tiempo el futuro y el presente. Y una de las decisiones más importantes para el presente y futuro del Estado en el actual gobierno es la Franja Transversal del Norte (FTN), que está pendiente de publicación o veto del presidente Colom.
Es una carretera clave para desarrollar la parte más pobre del país, pero no caigamos en el juego de “la obra más cara es la que no se hace” que vende parte de la oposición en el Congreso –casualmente la bancada Guatemala que estuvo a la cabeza del corrupto ministro de Comunicaciones del anterior Gobierno-. Solel Boneh, la principal constructora del Estado, ha ganado los concursos con métodos poco ortodoxos, como invitar a uno de los ex ministros de Comunicaciones y su esposa a un viajecito a París e Israel y luego ganar la FTN prometiendo a los diputados que habría dulces para repartir entre todos.
Los mismos estudios técnicos del Gobierno muestran que los términos del contrato son leoninos y muy perjudiciales para el país. Ojalá que el presidente Colom prefiera respirar profundo y vetar la ley que pasar a la historia como otro presidente que apaña el saqueo del país.
martinpellecer@gmail.com
Rehacer el país
Dentro del polvorín de país que tenemos –y nuestra forma de verlo que lo hace todo más enredado y pesimista-, hay dos luces que nos empeñamos en no ver pero que dan campo para una ilusión o al menos un respiro. Hay una tercera que depende de una firma del presidente Colom.
La primera es saber que hay jóvenes que están conscientes de su responsabilidad de ejercer su ciudadanía, hacer política y limpiar/construir el Estado de Guatemala y levantar el país (y convertirlo en uno decente). Jóvenes que no sólo platican de que “hay que cambiar el país y quiero ser presidente” sino que trabajan y lideran desde partidos políticos, desde asociaciones, desde oenegés, desde cualquier campo para cambiar la vida de sus conciudadanos. El desayuno que organizó Prensa Libre lo muestra.
La segunda es una encuesta del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial sobre el conocimiento de los ciudadanos sobre el conflicto armado y los desaparecidos. Las preguntas son quizás demasiado básicas, pero dan muchas luces. 94 por ciento sabe que hubo desaparecidos; 85 por ciento, que cementerios clandestinos, pero, más importante aún, el 89 por ciento respondió que los familiares de las víctimas tienen derecho al resarcimiento y al reconocimiento –contrario a la voz cantante de los radicales con micrófonos de nuestro país-, y exigen al Gobierno actuar en el tema.
A esto se suma la iniciativa de la Fundación de Antropología Forense de buscar la identidad de los muertos XX del cementerio La Verbena con un poco de saliva de familiares para identificar el ADN. La encuesta anterior mostraba que 10 por ciento de los guatemaltecos tiene algún familiar desaparecido. Y la Fundación pide una ley para tomar muestras de las morgues. La “aplanadora de la UNE”, tan progre que se dice ella, puede ponerse a trabajar en esta ley, que no sólo resarcirá a las memorias y familias de desaparecidos, sino que puede ayudar a encontrar a tantos asesinados no reconocidos víctimas de la violencia actual.
Esto porque el país se construye desde los cimientos, desde el pasado. Lo hemos malconstruido durante décadas. Y tenemos que reconstruir nuestro pasado y al mismo tiempo el futuro y el presente. Y una de las decisiones más importantes para el presente y futuro del Estado en el actual gobierno es la Franja Transversal del Norte (FTN), que está pendiente de publicación o veto del presidente Colom.
Es una carretera clave para desarrollar la parte más pobre del país, pero no caigamos en el juego de “la obra más cara es la que no se hace” que vende parte de la oposición en el Congreso –casualmente la bancada Guatemala que estuvo a la cabeza del corrupto ministro de Comunicaciones del anterior Gobierno-. Solel Boneh, la principal constructora del Estado, ha ganado los concursos con métodos poco ortodoxos, como invitar a uno de los ex ministros de Comunicaciones y su esposa a un viajecito a París e Israel y luego ganar la FTN prometiendo a los diputados que habría dulces para repartir entre todos.
Los mismos estudios técnicos del Gobierno muestran que los términos del contrato son leoninos y muy perjudiciales para el país. Ojalá que el presidente Colom prefiera respirar profundo y vetar la ley que pasar a la historia como otro presidente que apaña el saqueo del país.
martinpellecer@gmail.com
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viernes, 14 de agosto de 2009
94. Crisis en Honduras / Aplanadora en el pleno
94. Wachik’aj
Honduras y nosotros / Aplanadora o pantano?
Hon.. duras
Los 45 días que lleva el golpe de Estado hondureño ciertamente son una cachetada para los demócratas centroamericanos y de América y Europa. Sin embargo, que tras 45 días esté más cerca una solución dialogada al conflicto apoyada por moderados que una guerra entre chavistas (Venezuela y Nicaragua) y golpistas (hondureños), es una pequeña victoria, pírrica, para los demócratas centroamericanos y continentales.
Guatemala reaccionó bien –el canciller Rodas este año está mostrando por qué es una de las dos piezas indispensables del Gabinete-, pero se está quedando corta. Mientras EEUU endurece sus políticas y quita visas o bloquea ayudas, al igual que Europa, Guatemala corre el riesgo de convertirse en un espectador, a pesar de lo grave de tener un gobierno golpista en nuestra vecindad y la influencia que podemos ejercer en Honduras.
El presidente tico Arias ha presentado una propuesta muy balanceada para solucionar el conflicto (con la reinstalación de Zelaya y la prohibición de cualquier encuesta o referendo), pero para darle fuerza a la propuesta, los que tenemos poder sobre Honduras tenemos que ejercerlo: Guatemala y su economía (Honduras nos compra y vende mucho) es determinante.
Al aumentar la represión –sacar a patadas a una rectora universitaria, matar a un profesor o agredir estudiantes- los golpistas muestran su nerviosismo y cómo en vez de interesarse por la democracia, lo que les importa es mantener el status quo hondureño (más vergonzoso que el nuestro) y que les vienen del Norte sus ciudadanos. Su ejército ha dicho que apoya el plan Arias, el Congreso debate una parte y falta sólo una vuelta de tuerca para hacer que ceda la élite económica y le quiten la alfombra a Micheletti.
Guatemala, junto al resto del SICA, puede volver a cerrar las fronteras comerciales, por ejemplo, una semana, para volver a presionar. El presidente Colom tiene que asumir un liderazgo centroamericano y no tenerle miedo a los radicales de derechas guatemaltecos, a los que nuestro país les importa un candelero.
Aplanadora
El Gobierno de Colom logró un acuerdo con casi todos los bloques de oposición –seguramente con corrupción y acuerdos políticos- y ha destrabado la agenda legislativa que el Patriota había metido en el congelador hace meses (con tácticas parlamentarias y grotescos espectáculos de agua).
La reacción de los conservadores ha sido de condenar “la traición a la ciudadanía de los diputados de oposición”. Esto a pesar de que las primeras leyes aprobadas son las que pedía la CICIG para tener más herramientas para combatir al crimen organizado y la aprobación de bonos para que el Gobierno no quiebre financieramente y se le pueda inyectar dinero a la economía en tiempos de crisis. Además que se han planteado leyes que pide la opinión pública tanto progresista como conservadora (ésta última incluye la ley de la Franja Transversal que favorece a la corrupta Solel Boneh).
Así que bueno, no seamos cínicos. ¿Está mal si se estanca la agenda pero mal si camina? Hay que fiscalizar al Congreso y exigirle que trabaje, pero no podemos tener un debate político tan de kindergarten, que el país merece más.
martinpellecer@gmail.com
Honduras y nosotros / Aplanadora o pantano?
Hon.. duras
Los 45 días que lleva el golpe de Estado hondureño ciertamente son una cachetada para los demócratas centroamericanos y de América y Europa. Sin embargo, que tras 45 días esté más cerca una solución dialogada al conflicto apoyada por moderados que una guerra entre chavistas (Venezuela y Nicaragua) y golpistas (hondureños), es una pequeña victoria, pírrica, para los demócratas centroamericanos y continentales.
Guatemala reaccionó bien –el canciller Rodas este año está mostrando por qué es una de las dos piezas indispensables del Gabinete-, pero se está quedando corta. Mientras EEUU endurece sus políticas y quita visas o bloquea ayudas, al igual que Europa, Guatemala corre el riesgo de convertirse en un espectador, a pesar de lo grave de tener un gobierno golpista en nuestra vecindad y la influencia que podemos ejercer en Honduras.
El presidente tico Arias ha presentado una propuesta muy balanceada para solucionar el conflicto (con la reinstalación de Zelaya y la prohibición de cualquier encuesta o referendo), pero para darle fuerza a la propuesta, los que tenemos poder sobre Honduras tenemos que ejercerlo: Guatemala y su economía (Honduras nos compra y vende mucho) es determinante.
Al aumentar la represión –sacar a patadas a una rectora universitaria, matar a un profesor o agredir estudiantes- los golpistas muestran su nerviosismo y cómo en vez de interesarse por la democracia, lo que les importa es mantener el status quo hondureño (más vergonzoso que el nuestro) y que les vienen del Norte sus ciudadanos. Su ejército ha dicho que apoya el plan Arias, el Congreso debate una parte y falta sólo una vuelta de tuerca para hacer que ceda la élite económica y le quiten la alfombra a Micheletti.
Guatemala, junto al resto del SICA, puede volver a cerrar las fronteras comerciales, por ejemplo, una semana, para volver a presionar. El presidente Colom tiene que asumir un liderazgo centroamericano y no tenerle miedo a los radicales de derechas guatemaltecos, a los que nuestro país les importa un candelero.
Aplanadora
El Gobierno de Colom logró un acuerdo con casi todos los bloques de oposición –seguramente con corrupción y acuerdos políticos- y ha destrabado la agenda legislativa que el Patriota había metido en el congelador hace meses (con tácticas parlamentarias y grotescos espectáculos de agua).
La reacción de los conservadores ha sido de condenar “la traición a la ciudadanía de los diputados de oposición”. Esto a pesar de que las primeras leyes aprobadas son las que pedía la CICIG para tener más herramientas para combatir al crimen organizado y la aprobación de bonos para que el Gobierno no quiebre financieramente y se le pueda inyectar dinero a la economía en tiempos de crisis. Además que se han planteado leyes que pide la opinión pública tanto progresista como conservadora (ésta última incluye la ley de la Franja Transversal que favorece a la corrupta Solel Boneh).
Así que bueno, no seamos cínicos. ¿Está mal si se estanca la agenda pero mal si camina? Hay que fiscalizar al Congreso y exigirle que trabaje, pero no podemos tener un debate político tan de kindergarten, que el país merece más.
martinpellecer@gmail.com
miércoles, 5 de agosto de 2009
93. Acuerdos nacionales entre élites
A nuestro estable pero poroso Estado y a nuestra sociedad con ganas pero sin porterías para meter goles les hacen falta acuerdos nacionales. Estas son tres propuestas para nuestras élites políticas, económicas, académicas y sociales.
Necesitamos construir un Estado. Los acuerdos de paz eran un pacto para construir un Estado, pero eferregistas y las extremas derechas se encargaron de deslegitimarlos. Sin embargo, deben ser una conciencia, un Norte, para los nuevos acuerdos que necesitamos 12 años después, para evitar que este territorio sea uno de tránsito de personas, drogas, carros robados, sueños y turistas. El primero de los pactos, sobre el que escribí la semana pasada, debe ser alrededor del tema fiscal y la lucha contra la corrupción. Los tres componentes de este acuerdo debe ser 1) una reforma fiscal decente —no los harapos en los que se ha convertido la propuesta original del ministro Fuentes—, 2) un combate directo a la corrupción pública —no vale la opacidad de Cohesión Social ni de la municipalidad capitalina, ni poner trabas a la Ley de Acceso a Información, ni tampoco cambiar ministros corruptos pero darles amnistía como asesores presidenciales—. Y 3) un combate con fuerza al contrabando, que arruina a la industria nacional y fortalece al crimen organizado.
Este acuerdo fiscal y de transparencia debe ser el que dé paso a un acuerdo económico nacional, pues con las reglas claras del fisco —con el compromiso de combatir la evasión y elusión fiscal—, políticas de combate al contrabando, de la construcción de infraestructura portuaria y aeroportuaria para hacer más competitivos a nuestros empresarios, podemos pensar en un modelo de desarrollo del que todos podamos participar. Sin marcar las líneas del campo y poner las reglas del juego entre Estado y ciudadanos en la parte fiscal y económica, no podemos empezar a jugar el partido.
Obviamente, el presidente Colom tiene que hacer sacrificios políticos, si quiere soñar con ese pacto. El segundo pacto es para consolidar al árbitro del partido, pues a todos nos beneficia que alguien pueda sacar tarjetas amarillas o rojas. Este debería girar sobre tres ejes: impunidad, Policía Nacional Civil y combate al narcotráfico. Creo que está bastante claro que tenemos que seguir la ruta Cicig en reforma legal y aprovechar los dos años que quedan de mandato, para quebrar el hielo de la impunidad; no podemos darnos el lujo de ministros que cambian a los mandos de la policía y ponen a los que habían sido destituidos por corrupción, y el Gobierno tiene que continuar la inédita persecución a capos del narcotráfico —al final de cuentas, es su responsabilidad—. Una acción sencilla, fácil pero política, es destinar una buena parte de esos bonos del tesoro a doblar o triplicar los salarios de todos los policías.
Un tercer eje de acuerdos, de pactos nacionales, entre élites si quieren, es la parte de construcción de ciudadanos y de nación guatemalteca. Después de la parte fiscal-económica, después de la parte de seguridad-justicia, necesitamos, para que nuestro Estado y nuestra sociedad se sostengan, necesitamos llenarlos de ciudadanos. Ciudadanos con derechos y obligaciones, ciudadanos que se apropien de las ciudades, de los pueblos, de los volcanes, de la calle, sí, de la calle, ciudadanos con soberanía. Y esos ciudadanos los forman los líderes, los medios de comunicación, las escuelas, el arte. La contraparte de este eje de ciudadanos, debe ser la de construir nación, para cohesionar a los ciudadanos, y legitimar al Estado. Esta nación, en la que debemos caber mestizos, indígenas, blancos y demás, debe hablar muchos idiomas, tener muchos héroes, rechazar el racismo, y estar orgullosa de ser así. Y acordar todo esto sólo requiere de trabajo, sinceridad y pasión por este país.
martinpellecer@gmail.com
Necesitamos construir un Estado. Los acuerdos de paz eran un pacto para construir un Estado, pero eferregistas y las extremas derechas se encargaron de deslegitimarlos. Sin embargo, deben ser una conciencia, un Norte, para los nuevos acuerdos que necesitamos 12 años después, para evitar que este territorio sea uno de tránsito de personas, drogas, carros robados, sueños y turistas. El primero de los pactos, sobre el que escribí la semana pasada, debe ser alrededor del tema fiscal y la lucha contra la corrupción. Los tres componentes de este acuerdo debe ser 1) una reforma fiscal decente —no los harapos en los que se ha convertido la propuesta original del ministro Fuentes—, 2) un combate directo a la corrupción pública —no vale la opacidad de Cohesión Social ni de la municipalidad capitalina, ni poner trabas a la Ley de Acceso a Información, ni tampoco cambiar ministros corruptos pero darles amnistía como asesores presidenciales—. Y 3) un combate con fuerza al contrabando, que arruina a la industria nacional y fortalece al crimen organizado.
Este acuerdo fiscal y de transparencia debe ser el que dé paso a un acuerdo económico nacional, pues con las reglas claras del fisco —con el compromiso de combatir la evasión y elusión fiscal—, políticas de combate al contrabando, de la construcción de infraestructura portuaria y aeroportuaria para hacer más competitivos a nuestros empresarios, podemos pensar en un modelo de desarrollo del que todos podamos participar. Sin marcar las líneas del campo y poner las reglas del juego entre Estado y ciudadanos en la parte fiscal y económica, no podemos empezar a jugar el partido.
Obviamente, el presidente Colom tiene que hacer sacrificios políticos, si quiere soñar con ese pacto. El segundo pacto es para consolidar al árbitro del partido, pues a todos nos beneficia que alguien pueda sacar tarjetas amarillas o rojas. Este debería girar sobre tres ejes: impunidad, Policía Nacional Civil y combate al narcotráfico. Creo que está bastante claro que tenemos que seguir la ruta Cicig en reforma legal y aprovechar los dos años que quedan de mandato, para quebrar el hielo de la impunidad; no podemos darnos el lujo de ministros que cambian a los mandos de la policía y ponen a los que habían sido destituidos por corrupción, y el Gobierno tiene que continuar la inédita persecución a capos del narcotráfico —al final de cuentas, es su responsabilidad—. Una acción sencilla, fácil pero política, es destinar una buena parte de esos bonos del tesoro a doblar o triplicar los salarios de todos los policías.
Un tercer eje de acuerdos, de pactos nacionales, entre élites si quieren, es la parte de construcción de ciudadanos y de nación guatemalteca. Después de la parte fiscal-económica, después de la parte de seguridad-justicia, necesitamos, para que nuestro Estado y nuestra sociedad se sostengan, necesitamos llenarlos de ciudadanos. Ciudadanos con derechos y obligaciones, ciudadanos que se apropien de las ciudades, de los pueblos, de los volcanes, de la calle, sí, de la calle, ciudadanos con soberanía. Y esos ciudadanos los forman los líderes, los medios de comunicación, las escuelas, el arte. La contraparte de este eje de ciudadanos, debe ser la de construir nación, para cohesionar a los ciudadanos, y legitimar al Estado. Esta nación, en la que debemos caber mestizos, indígenas, blancos y demás, debe hablar muchos idiomas, tener muchos héroes, rechazar el racismo, y estar orgullosa de ser así. Y acordar todo esto sólo requiere de trabajo, sinceridad y pasión por este país.
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