lunes, 12 de noviembre de 2007

Realpolitik

http://www.prensalibre.com/pl/2007/noviembre/13/187637.html

Creo que en estos últimos siete años —los de mi vida como ciudadano— no había tenido una sensación como la actual, de orgullo por la lucidez en la política guatemalteca. Es un disfrute poder contar noticias positivas del país de uno al resto del continente.

Felicitaciones, presidente Berger, por ese gesto de haber invitado al presidente electo, Colom, a Chile y presentarlo ante la comunidad iberoamericana de jefes de Estado. Eso es de un estadista. Qué bien es leer humildad y civilización en una conferencia conjunta entre los dos presidentes de Guatemala.

Felicitaciones, presidente Colom, por haber escogido desde antes y con mucha discreción como canciller a Haroldo Rodas, diplomático de carrera, con especialización en Ginebra, centroamericanista, con redes de contactos y galardonado con la Orden del Quetzal... Creo que él era uno de los poquísimos que podría haber sucedido con dignidad al guatemalteco que mejor nos ha representado en la diplomacia mundial en el siglo XX, Gert Rosenthal. Qué distinto de hace cuatro años, cuando el presidente Berger cumplió con el “pacto electoral” de la Gana y puso a dirigir la Cancillería a alguien que no hablaba inglés más que para decir “yes, yes” a EE. UU.

Hacer esos viajes de presentación y para tender puentes con los vecinos mesoamericanos (México, Centroamérica y Colombia) y con los socios estratégicos España y Brasil, y aprovechar cumbres y actos en Argentina y Chile merece también un aplauso al nuevo Gobierno, al Tribunal Supremo Electoral por proponer estos dos meses entre la votación y la toma de posesión, y al Congreso, por aprobarlo. Bien como Estado. Qué bien poner acento latinoamericanista en la política exterior e ir sólo después a Washington, para mantener una realpolitik y relaciones cordiales (pero no serviles, coloniales) con el principal socio comercial y una potencia política que puede ser buena vecina, pero ahora no tiene tiempo para pensar en América Latina por el avispero que creó en Irak y el que dejó crear en Medio Oriente.

En política exterior deben dejarse idealismos o miedos de acercarse a los demonios (siempre que los demonios no sean demonios, como Irán) y aplicar principios del bienestar para la Nación y para los ciudadanos guatemaltecos y el realismo, Realpolitik. Por ejemplo, se puede bien cerrar la boca o los oídos a la charlatanería de adolescente autoritario del venezolano (electo democráticamente) Chávez, y prestar atención a la oferta de adhesión a Petrocaribe, que puede representar un respiro al alza interminable de los precios del petróleo.

Que si así los conservadores guatemaltecos y algún radical estadounidense van a patalear porque el presidente de Guatemala sale en una foto firmando un documento con Chávez… que pataleen. O que vayan a convencer a Calderón en México, o a la OPEP, o a la Shell, de que nos den petróleo barato. Washington no debería meterse ni enojarse, como no lo hace cuando Uribe en Colombia tiene relaciones cordiales y civilizadas con Chávez, o cuando la República Dominicana o Trinidad o Nicaragua son parte de Petrocaribe. Realpolitik.

El mundo (y sus periódicos) en el que medio se sabe dónde queda Guatemala (América Latina, EE. UU. y Europa Occidental) ha recibido más ilusionado que los guatemaltecos la victoria de un “socialdemócrata”, y no un militar de extrema derecha en el país de la eterna primavera (y de la impunidad y la esperanza, diría un maestro guatemalteco).

Creo que como marketing fuera de Guatemala, a Colom le ha servido autodescribirse como socialdemócrata (nadie lo cuestiona, aunque no saben nada de él). Sin embargo, al menos él debería dejar de engañarse cuando en realidad es un socialcristiano, liberal en lo social y conservador en lo moral. Igual de legítimo, pero un poco más honesto para describir a Colom y la actuación de la UNE. Esto puede evitarle decepciones.


Antes de cerrar esta columna por hoy y de desearle éxitos en su política exterior al nuevo presidente, no puedo evitar alegrarme y preocuparme por los patriotistas. Alegrarme, porque no quedaron, y preocuparme, porque ya empezaron con su politiquería en el Congreso, oponiéndose junto al FRG al Ietaap por estar en la oposición (pero si hubieran ganado, lo habrían promovido). Ah, la adolescencia política.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay, la vieja escuela de la realpolitik...En tu columna, quien mejor representa eso es, sin duda, el Maestro de la frase...Un maestro como la copa de un pino.
Madrileña.