http://www.prensalibre.com/pl/2007/noviembre/06/186993.html
Un buen amigo experto en política me vaticinó, desde hace meses, que las segundas vueltas no se ganan, se pierden. El resultado de ayer es prueba de esto. Otto Pérez Molina es el principal responsable de su derrota.
Después de invertir mucho dinero y utilizar tácticas poco ortodoxas, había logrado ponerse en ventaja y estar a punto de romper el mito de ser un candidato que ganara en su primera participación. Sin embargo, una hilera de decisiones equivocadas hizo que se dejara rebasar de nuevo por el ahora presidente Colom.
Empecemos a recordarlas. La primera fue la falta de respeto a los electores, al no asistir a los foros para debatir sus ideas; claro, a excepción de Libre Encuentro, en una muestra de lo que hubiera sido su mandato o el mensaje que envió: mucha atención a la élite económica y poca atención a la ciudadanía. Y mucha “mano aguada” para enfrentarse a su adversario.
Se alió con “el diablo”, el FRG, y quedó felizmente demostrado que la influencia de los caciques del riosmontismo es ya nula en sus otrora “bastiones”, Quiché, Escuintla, Huehuetenango y San Marcos, donde Colom apaleó. También quedó en evidencia lo inútil de aliarse con los flamantes “21 de 23 secretarios departamentales de la Gana”.
Su insignia anticorrupción, Anabella de León, perdió toda credibilidad, al demostrarse un caso de corrupción en su contra con el fin de semana en Casa Santo Domingo. Y del momento de crisis no pudo salir avante. A una semana de la elección debió haber expulsado a la diputada reelecta y mostrar “carácter y decisión”. Pero no lo hizo.
El abuso de las campañas negras le reviró en los últimos 45 días, porque hastiaron a la ciudadanía y, cuando empezó a ser víctima de las campañas, esto provocó apatía y solo la mitad de capitalinos y urbanos fueron a votar. Esto impidió que tuviera más votos conservadores. Que después se hayan quejado como niños de Primera Comunión, también les quitó imagen de machitos.
Hubo otros dos factores. Se apretaron los tornillos en fiscalización y salió a luz su relación directa y formal con los capos de Izabal. En vez de rebatirla, fue reforzada con las amenazas que su partido dirigió contra los reporteros de elPeriódico Hilda Mérida y Enrique Castañeda por investigarlo.
De verdad que no entiendo cómo se les pudo subir la victoria tan rápido a la cabeza; sobre todo, porque siempre fue segundo lugar peleando duro por alcanzar al primero. Quizás se repite una tendencia del 2003, cuando la Gana supo, según sus encuestas internas, que iba detrás de la UNE y apretó. Esto pudo haber sido lo que le pasó a la UNE esta vez: vio que la rebasaban y apretó.
Otro factor, externo y deleznable, sobre el que no tuvo responsabilidad, fue el asesinato de su colaborador Pacay y el de la secretaria de bancada, que les afectó la imagen de intocables contra el crimen organizado.
Por otra parte, la UNE hizo su tarea escolar: utilizar a todo vapor su maquinaria electoral de ocho años y aliarse con alcaldes, que fue lo que hizo ganar a Berger hace cuatro años. Y, sobre todo, a diferencia de la primera vuelta, esta vez el partido de Colom no metió la pata, fue a los debates, ningún diputado se le salió del corral y trabajó sin sentirse ganador.
La participación de menos de la mitad de la ciudadanía podría formalmente quitarle legitimidad al mandato de Colom, pero ahora está en sus manos utilizar la legitimidad legal y formal que tiene; puede aprender del ejemplo de Arzú, a quien eligió sólo el 18 por ciento de inscritos en segunda vuelta, pero hizo reformas profundas y firmó la paz, contra el ejemplo de Portillo, electo con 70 por ciento de los votantes en segunda vuelta.
Qué bien que Pérez Molina ha reconocido su derrota en las urnas y se haya comprometido públicamente a hacer una oposición propositiva. Necesitaremos de la fiscalización de su bancada al Gobierno y del contrapeso en el Congreso.
En fin, espero que haya ganado la opción menos mala en esta vuelta, y que desde ayer el presidente electo, Colom, haya empezado a trabajar para evitar que el país siga a un paso del despeñadero.
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1 comentario:
De acuerdo con tu análisis. Sin embargo, el vaticinio de que "ganador en primera vuelta es perdedor en la segunda", es equiparable al de que perdedor de unas generales, ganador cuatro años después. Es lo que viene sucediendo desde tiempos de Portillo. Es lógico, tienen cuatro años por delante para argüir estratagemas, tácticas, presiones, etc...
Gana casi gana. Después ganó. Colom casi gana, ahora ganó.
Pérez Molina casi gana. En cuatro años ganará.
OJALA ME EQUIVOQUE!
Buena columna, sí señor.
Claudia
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