lunes, 25 de febrero de 2008

Kosovo, vecino a 10,575 kilómetros

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Kosovo se independiza de Serbia gracias a EEUU y los grandes de Europa. Serbia enfurece. Queman embajada estadounidense en Belgrado y la policía no hace nada. Rusia amenaza. Miedo a secesiones.

Kosovo existe como país desde hace diez días porque lucharon por ello sus ciudadanos, fueron víctimas de genocidio por parte de Serbia, son defendidos militarmente por 16 mil soldados de EEUU y Europa que cuidan sus frontera de serbios nacionalistas y necesitan ayuda millonaria para levantar un Estado inexistente, pobre y dominado por las mafias.

Existen 192 Estados en la Organización de las Naciones Unidas. En el mundo hay más de 600 grupos lingüísticos y más de 5 mil grupos étnicos. Por lo menos 72 pueblos demandan ser un Estado por la vía civil y otras docenas por la vía armada. Los recursos naturales e industriales no están distribuidos para que cada grupo étnico sea viables. Todos los Estados, a excepción de Islandia y las dos Coreas, son multiétnicos. Hay Estados racistas que reprimen a sus minorías (Guatemala lo ha hecho siempre, ahora menos). Hay Estados que son dizque uniculturales (Guatemala), hay Estados multiculturales, hay Estados interculturales. Hay un mundo de colores y culturas que pensó que lo mejor era dividirse en fronteras y ahora las fronteras no son barrera para Internet, para Coca Cola, para los migrantes, para el narcotráfico y tantas vidas. Pero no encontramos todavía la fórmula para construir futuros entre humanos de colores y culturas distintas.

Turquía, que aspira a independizar la parte “turca” de Chipre, que mantiene ocupada en confrontación con la otra parte griega, reconoció en un santiamén a Kosovo, pero tiene una ofensiva brutal contra los kurdos que reclaman independencia en el Oriente de sus territorios y en Irak. Rusia, que ahora amenaza con llevar a su ejército para “proteger a Serbia” de EEUU y Europa, no dudó en matar a guerrilleros independentistas que habían ocupado una escuela en 2004 en Beslán con el “efecto colateral” de masacrar a cientos de niños tomados como rehenes.

Otros lo llevan mejor: Suiza, Bélgica, Paraguay. Canadá acordó con su provincia francófona Québec llevarlo a las urnas. Los separatistas perdieron, por segunda ocasión por menos del 2 por ciento y ahora se aguantan. En Irlanda del Norte los católicos republicanos y los protestantes unionistas no lograron vencerse y ahora, después de matarse durante décadas, hacen gobierno juntos.

Kosovo tiene el derecho a ser independiente. Como muchos. Pero si el mundo estuviera dividido no por Estados políticos sino por Estados étnicos o religiosos o lingüísticos –muchos de los cuales se formaron a partir de movimientos políticos- estaríamos enviando un mensaje en contra de la posibilidad de convivencia armónica y enriquecedora entre culturas, razas y religiones, dándonos por vencido.

Guatemala es un Estado multicultural de indígenas, mestizos, “más blancos”, negros y de otros que no son ninguno de los anteriores. Tenemos una historia racista con mucha sangre derramada, exclusión y sueños enterrados.

¿Qué tal si le damos una lección al mundo de que se puede construir un país intercultural en el que nuestros niños aprendan español, un idioma maya, inglés y portugués en las escuelas? Un Estado en el que no sólo nos respetemos mientras no nos veamos sino que lideremos una lucha global contra el racismo y a favor de la armonía entre culturas. Quizás podríamos aportar a este mundo que está atontado y no entiende nada de Kosovo.
martinpellecer@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiempo al tiempo...Da miedo. Aún se levantan de una pesadilla y ya se cuece otra. Terrible. Saluditos.

Voladora.

Anónimo dijo...

Coincido totalmente con los párrafos finales, donde hablás de Guatemala.

Creo que el reto que debe asumir nuestra generación es la construcción de esa nación guatemalteca, donde podamos convivir los distintos grupos, resolver nuestras diferencias, apoyarnos mutuamente, etc.

Ahora, para construir ese sentido de comunidad debemos dar algunos pasos que implican algunas renuncias que a veces duelen:
- Optar por la interculturalidad y no por el multiculturalismo (éste puede exacerbar las diferencias y agravar las tensiones sociales), les puede resultar complicado para algunos grupos indígenas que demandan un estado indígena. Esto sería darle la vuelta a la tortilla para encontrarnos en la misma posición de conflictos.
- Enseñar un idioma indígena, además del español, es clave para afirmar nuestra identidad y adquirir conciencia de lo que somos (vale discutir si se debe enseñar en todo el territorio). Sin una identidad clara nos perderemos en el mundo de la globalización y los nuevos fenómenos como la inmigración.
Pero ojo, a esta política se opone la parte más dura del sector empresarial, que sólo habla de competitividad y por tanto de español e inglés.
Mi posición: el español como idioma intercultural, por un idioma indígena que afirme nuestra identidad y nos haga fuertes internamente, y por el inglés (y todos los otros que podamos) para hacernos competitivos, fuertes hacia el exterior.

edwin xol yalibat