martes, 5 de febrero de 2008

(Partidos) de hojalata

http://prensalibre.com.gt/pl/2008/febrero/05/216933.html

El sistema de dizque par- tidos políticos está exhausto, no da más. El barco hace aguas, y esperamos a que se hunda definitivamente o aprovechamos el momento para diseñar los planos de un nuevo barco que pueda salvar dentro de unos años al Estado de Guatemala.

Un paso es hacer avergonzar a los politiqueros (y las influencias de empresarios anticiudadanía o militares anticiudadanía y a toda la ciudadanía), porque en 23 años no hemos sido capaces de producir instituciones que sean partidos políticos ideológicos, formadores de opinión, que perduren y representen a una parte de la población para administrar y dirigir al Estado y transformar nuestra República en nuestra, de los guatemaltecos.

A mí me da vergüenza; estamos peor que el resto del continente. En ningún país americano los partidos duran 12 años, y en las elecciones anteriores el promedio era de siete años de existencia del tanatal que competía.

El primer escándalo es la Gran Alianza Nacional (Gana). El bebé de la élite económica volvió a fracasar, así como fracasó el Partido de Avanzada Nacional (PAN) hace tan solo nueve años. No han sido capaces de institucionalizar ideológicamente un partido, a pesar de que en el centroderecha no hay diferencias abismales en la forma de ver el mundo, “de principios”, como dirían ellos. A mi entender ,en este caso influye algo más: el factor étnico y los cacicazgos.

Creo que el principal motivo por el que los arzuístas se fueron del PAN a robarle a Gustavo Porras el partido unionista —que sí iba a ser socialdemócrata como el de los unionistas originales de hace casi cien años— fue porque les resultaba impensable estar bajo las órdenes de un shumo como Leonel López Rodas. En palabras más serias e invisibles, a muchos de los “más blancos” no les gusta estar bajo las órdenes de un mestizo-ladino. Si uno se fija con detenimiento, el 90 por ciento de los unionistas que dirigen el partido son “más blancos”, urbanos, cincuentones, y se llevaron a los mejores cuadros del PAN y los une una ideología, de derecha neoliberal, y, aunque lo nieguen, una pertenencia étnica.

La Gana, de los últimos “más blancos” que salieron del PAN en 2003, se formó igual, con los restantes cuadros salientes del PAN, y con una mezcla poco usual de “más blancos” y mestizos en el Comité Ejecutivo. Lo mestizo de Eduardo González era uno de los peros para la élite que entre pasillos se escuchaba de cercanos críticos. Perdida la elección, las diferencias entre los dignos e indignos, que casualmente responden casi en su totalidad a la división entre los más blancos y mestizos, explotaron.

No quiero decir con esto que solo los más blancos sean los responsables del rompimiento de la Gana. Los caciques departamentales están muy en pañales, por no decir en la completa ignorancia y miseria sobre qué significa hacer política. Creen que se trata de clientelismo puro y duro para enriquecerse y ser los señores feudales de su distrito. Y así pasan de partido en partido, según quien tenga chances de ser presidente.

La Unidad Nacional de la Esperanza se trata de eso, y amenaza con romperse porque pareciera que el clientelismo permitido o que podría permitir el nuevo presidente no alcanza para todos y no tienen nada que los cohesione. La diferencia del Frente Republicano Guatemalteco es el carisma de su octogenario líder acusado de genocidio y, sin embargo, no es intacto y no pudo impedir la ruptura de sus filas orientales hace cuatro años ni la ruptura de más filas pronto. Y la ex estructura oriental eferregista, la reciclada Unión del Cambio Nacionalista, y lo que queda del PAN van camino de desaparecer.

El Partido Patriota lleva sólo sus primeros cuatro años del ciclo, y parece “fuerte, fuerte” como son todos los que se sienten próximos a llegar al poder. Pierdan o ganen la próxima elección, se dividirán también; no resistirán más allá de cinco años, porque tampoco es democrático, ni ideológico, ni cohesionado, sino enfilado.

La izquierda necesita volverse a construir. La Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca será quizás la próxima Democracia Cristiana (la de los últimos 15 años), y a Nineth le está costando institucionalizar un partido que sí sea socialdemócrata, pero, a pesar de tener gente valiosa, solo logró llevar al hemiciclo a tres que en una semana olvidaron que fue por ella que tienen una curul.

No todo está perdido. Como hace cuatro años, tenemos la oportunidad de reformar la Ley Electoral, para hacer de los partidos instituciones democráticas, con ideología y con cuotas para que las minorías tengan acceso a su dirección y al pleno en cantidades mínimas.

No hay comentarios: