martes, 19 de febrero de 2008

Sin más asesinos

http://www.prensalibre.com/pl/2008/febrero/19/220807.html

Queremos leerles un co- municado imposible de postergar e imprescindible para la tranquilidad de la Nación. El título es Manifiesto sobre la Renuncia a Asesinar.

“Después de que 143 diputados al Congreso de la República tuvieran a bien restituir la figura del indulto presidencial para que se pueda aplicar la pena de muerte, nosotros, señores jefes de carteles del narcotráfico, mareros, sicarios, asesinos pasionales, asesinos por enojos por un bocinazo o una mala cara o por pasarnos de copas, asesinos por placer o por encargo de los cuerpos paralelos de seguridad, nosotros, desde el próximo lunes (porque tenemos que despedirnos de nuestras familias) nos vamos de Guatemala porque se aplicará la pena de muerte.

No hemos decidido aún si nos mudamos a Costa Rica, Alemania, Suiza, Suecia o Uruguay, tomando en cuenta que allá no hay pena de muerte.

Es que nos orinamos del miedo, estamos apenadísimos. Justo eso era lo que necesitábamos para ser parte de los millón y medio de connacionales que han abandonado el país. Esto a pesar de lo fácil que es conseguir armas en el mercado porque no hay controles y a pesar de lo fácil que es librarnos de estar cerca de una condena porque la Ley de Amparo nos protege. Y a pesar de lo corrupto de los jueces o porque menos del 2 por ciento de los crímenes llegan a sentencia. No, a pesar de estar en riesgo de muerte todos los días, con esto de la pena de muerte, no hay quien pueda trabajar en el negocio de los asesinatos”.

Bravo. Lo lograron. Los matones guatemaltecos deben ser distintos de los del resto del mundo, porque no hay ninguna prueba, en la historia, que demuestre que la pena de muerte es un disuasivo. En Canadá la abolieron en 1975, y los asesinatos disminuyeron. En Nigeria, desde que la aplicaron, subieron. En EE. UU., en los estados en los que se aplica hay más índices de asesinatos, al igual que en América Latina. Ningún asesino, que haya decidido matar, va a dejar de hacerlo porque pueden enjuiciarlo y sentenciarlo a la pena de muerte, especialmente en Guatemala.

Lo que tenemos que hacer como sociedad, como país, es evitar que conciudadanos nuestros lleguen a estar en esa condición emocional, ética, psicológica, social de pensar en quitarle la vida a otro ser humano por dinero o por pelearse por el control de una calle o porque le provocaron inseguridad al hacerle una mala cara, o para hacer justicia, o por cualquier motivo que no sea defensa propia.

No es que me ponga a defender a unos angelitos. Después de ser vencidos en juicios —que de igual manera en nuestro sistema no es una fiabilidad del cien por cien—, esos asesinos, violadores y demás merecen pasar el resto de su vida tras las rejas. Y el Estado tiene que asegurar que no se escapen y se les trate con las condiciones mínimas como humanos. No podemos combatir al mal con el mal. Es un debate en el mundo. Parecemos una isla vecina de la Luna.

Lo más triste es que los 143 diputados —quiero mostrar mis respetos a la diputada Nineth Montenegro, que fue la única valiente de pedir reflexión sobre el tema— que ya “hicieron caso del clamor popular” por la pena de muerte, ahora se olvidarán de las que sí son soluciones reales para disminuir la criminalidad o agilizar los procesos en los tribunales.

Soluciones reales: reforma fiscal a efecto de que haya recursos para invertir en las áreas más pobres en las que hay más criminalidad, en dar oportunidades de educación y permitir oportunidades de trabajo; reforma al Código Civil, para que más fiscales y jueces y policías y funcionarios sean profesionales probos y el Estado funcione más; reforma a la Ley de Amparo, para que los abogados que se fajan tratando de encarcelar a los asesinos no se topen con excusas formales; la Ley de Armas y Municiones, para que no sea tan fácil conseguir un arma. Hay tantas cosas importantes, más que restablecer un indulto, para conseguir que mueran menos guatemaltecos y que los guatemaltecos que viven vivan mejor.

Los momentos de crisis son como una puerta abierta, una oportunidad. O sirven para tomar decisiones que busquen resolver los problemas de fondo o para tomar decisiones que no sirven para nada más que para llenarnos la boca de palabrería y recibir aplausos. Los diputados decidieron lo segundo. Bravo.

2 comentarios:

MardelRosi dijo...

Leo tu columna a diario, ya que de un tiempo aca adopté la costumbre de leerlo todos los días, por que?? aún me lo pregunto, creo que hay formas muchos mas bonitas de empezar el día. No estoy de acuerdo contigo en la mayoría de tus escritos y no es por que no me parezcan interesantes, sino por que no puedo entender como una persona que vive fuera de Guatemala, cree que puede juzgar las situaciones a las que debemos enfrentarnos a diario las personas que estamos aquí. Como puedes tener una visión tan completa del pais si estas lejos, si no puedes ver a diario todo lo que nos rodea, si no puedes sentir el dolor, la impotencia, la frustración que llena el corazón cuando se recibe la dosis de injusticia diaria. Se que la violencia solo engendra mas violencia y creo firmemente en la justicia divina; pero hay gente tan terriblemente horrible que la única forma en que se puede estar tranquilo es saber que ya esta muerta.

Anónimo dijo...

Seguí adelante Martín. Estoy de acuerdo que ofrecés un punto de vista fresco y atrevido a la discusión política. Necesario en una sociedad que digiere sin mayor resistencia las decisiones de quienes gobiernan.
Un Saludo