lunes, 2 de junio de 2008

33. Cartel de transportistas

HAY IMÁGENES QUE PARECEN HABER estado siempre en la memoria. Los frijoles con crema, curas ya mayores que son aburridos, la Torre del Reformador o la poco simpática de una conferencia de prensa de señores en mangas de camisa con los últimos botones abiertos, estrés aparentado y un problema. Con petróleo barato hace 10 años o caro ahora, el subsidio millonario estatal no les alcanza y amenazan con paro si no les da más dinero. Y el Gobierno cede.

Una de las peores decisiones del presidente Colom ha sido aumentar en Q175 millones el subsidio para el cártel de “empresarios” de transporte. Qué tienen de empresarios no sé. Son dueños de unos buses, los mantienen en pésimas condiciones, en vez de pagar impuestos amenazan al Gobierno, exigen a los pilotos una cuota sin descuento por asaltos, seguro de vida, aguinaldo o subida del diésel, y además tienen que competir por el pasaje con el resto de buses de un cártel subsidiado.

Si el servicio no funciona, si estos dizque empresarios siempre “operan con pérdidas” y los capitalinos necesitamos un transporte público, digno y barato, ¿por qué no pensamos en una solución de raíz? La única realista es la que se aplica en todas las grandes ciudades del mundo: convertir en nacional o municipal todo el transporte público y concesionarlo a empresas, previa reorganización. Recursos hay. Si cada uno de los 2 millones de usuarios del transporte público en la Ciudad usa bus cinco veces diarias, son Q10 millones diarios. Eso significa Q3 mil 650 millones anuales.

La ciudad de Curitiba, en Brasil, de 3 millones de habitantes, es el ejemplo latinoamericano en la materia. Desde los 70 hizo un plan de ordenamiento de la ciudad y en los 80 nacionalizó el transporte público colectivo en una empresa mixta municipal, que centraliza todas las acciones de ejecución, planificación y fiscalización del transporte colectivo. Tras cambiar el marco regulador del sistema, unificó la gestión y, a través de contratos específicos, permite la participación de empresas privadas. Tienen servicio de prepago y pagan a las empresas por kilómetro recorrido y no por pasajero transportado, lo que elimina las carreras. Es un éxito.

La Municipalidad de Guatemala estaba en lo correcto al querer instalar un Transmetro inspirado en el Trasnmilenio de Bogotá, otro de los modelos latinoamericanos. Pero lo hizo mal, sin asesoría oficial, con errores y, lo peor de todo, sin institucionalizarlo. En vez de hacer que la ciudadanía capitalina lo sintiera propio y como un orgullo, al pintarlo de verde perico y usar ese color para la campaña de Arzú, lo convirtió en un Transarzú. Así no se hace política. Eso no quiere decir que no sea capaz de hacerla en el futuro o que el Transmetro sí vaya a servir y necesite ampliarse.

Necesitamos soluciones. Estas no deberían venir con populismos como el del Patriota empeñado en quitar el impuesto al diésel para que en seis meses vuelva a subir y el Estado quede desfinanciado. Podríamos bien aprovecharnos de Chávez y aceptar crédito para petróleo en una empresa público-privada para soluciones este año, negociar con Brasil y Ecuador, construir hidroeléctricas y energía limpia para depender menos del petróleo en el futuro y volver del Estado y la municipalidad el transporte público con ayuda oficial de Curitiba para dejar de ser rehenes de ese cártel.

martinpellecer@gmail.com

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